Cuando empezó a emitirse Mujeres y hombres y viceversa se trataba de un programa clásico de citas para encontrar pareja: al más puro estilo mercado de carne, pero con la correspondiente igualdad entre hombres y mujeres, en días alternos dos chicas se citaban con una serie de hombretones luciendo abdominales y otros dos chicos hacían lo propio con aspirantes a modelos de centro comercial.
El programa no funciona nada mal, logrando sobrevivir a múltiples cambios de horario dentro de la franja post-AR, pero su evolución me soprende cada vez que le echo un vistazo, me despista su concepto y me descolocan sus satisfactorios resultados, superando a diario el 15% de share.
Y es que hace ya tiempo que MYHYV ha dejado de ser un simple programa de citas y ha evolucionado, primero hacia uno más de los numerosos programas de enfrentamientos que habitan Telecinco, con constantes discusiones entre protagonistas de las citas y colaboradores entre el público, destinados a sacar los más absurdos trapos sucios de la vida de los concursantes para generar polémica.
Tras semanas de lloros, gritos, expulsiones, abandonos y demás numeritos, lo nuevo de este programa es el estilo Diario de Patricia, con lacrimógenas historias de tronistas abandonados por sus padres, pretendientas maltratadas o a punto de regresar a su país de origen porque no encuentran medios de vida. Con la aparición de familiares llegados del otro lado del mundo, reencuentros impensables y hasta peticiones de matrimonio, el programa se ha convertido en un formato indescriptible, sin rumbo ni sentido pero, inexplicablemente, con el suficiente éxito y bajo coste como para sobrevivir.
Supongo que las cadenas prefieren mantenerse lo posible dentro de los contenidos pobres y dispersos, no sea que los espectadores se vuelvan más exigentes, y se les disparen los costes.