Noche de estrenos ayer en televisión, con programas muy distintos que podrían funcionar, especialmente en esta época de verano en la que nos volvemos menos exigentes y las cadenas se conforman con números bastante más discretos.
Por una parte, Antena 3 estrenaba Adivina que viene a cenar, un clásico de la televisión de cámara oculta con una vuelta de tuerca: un personaje famoso forma parte del gancho, provocando en las víctimas una sensación mezclada de incredulidad y respeto. Nunca he sido partidaria de tomar el pelo a la gente con cámaras ocultas, pero he de reconocer que en este caso el matiz del famoso hacía cierta gracia, aunque la poca audiencia lograda (10,5%) demuestra que quizá el horario y la emisión de dos bromas en cada entrega puede no ser la mejor idea.
Poco después, Telecinco estrenaba su serie más fresquita, Super Charly, que llevaba en la nevera desde comienzos del año y que han decidido rescatar ahora. Esta producción de Grundy que rescata a la mitad del personal de Yo soy Bea, tiene el ritmo lento de las series eternas, pero sus actores son bastante habituales en nuestras pantallas y la historia podría funcionar suficientemente bien, especialmente ahora que los protagonistas, un matrimonio en paro, son fáciles de identificar con muchas familias españolas. El error: estrenarla tan tarde, lo que supuso que no pasara del 11,4% de share.
Tampoco logró mucha audiencia por emitirse realmente tarde el programa Infiltrados de Sardá, una nueva entrega de este nuevo programa que recuerda a Dutifri, pero que es realmente entretenido y merecería otra ubicación en la parrilla.
Y como casi siempre, la audiencia de la noche se la llevó TVE con la emisión de la película En el nombre del Rey.