Podría parecer una obviedad, pero a veces es bueno leer las estadísticas, con sus números y sus rankings, para ser consciente de que las cosas en las que uno cree son efectivamente así. Me refiero en este caso a las listas de los programas de televisión más vistos en EE.UU. y su comparativa con los más descargados de internet, que no coincide.
Mientras en el cine, las películas más descargadas de la red son las mismas que ocupan los primeros puestos de la taquilla (echando por tierra esa teoría que dice que internet hace daño a la recaudación), en televisión el patrón es completamente diferente, como puede comprobarse en este gráfico de Nielsen y SideReel.
Así, mientras programas punteros de la televisión como American Idol o Dancing With the Stars no tienen especial seguimiento en internet, otros minoritarios en audiencias como Gossip Girl o 90210 se cuelan entre los diez más descargados (entendiendo por descarga también el visionado en streaming).
Como se indica en este post de Social Times, la razón de esta diferencia es clara: de una parte, el perfil de los espectadores de este tipo de programas, tanto más jóven cuanto mejor posicionado está en el ranking de los más vistos de la red, de otra, el hecho de que unos sean programas de ficción, que pueden verse en cualquier momento y otros programas en directo, que no tiene mucho sentido seguir fuera de su horario habitual.
Se demuestra así con cifras una tendencia, creo que imparable, a que la televisión convencional evolucione hacia el directo, convirtiendo los productos clásicos de ficción, básicamente las series, en algo que no se encuentra en un ejercicio de zapping cuando uno se sienta frente al televisor, sino en un voluntario ejercicio de decisión, de elección, en aquel momento en el que uno tiene toda la atención puesta en el programa que quiere ver. Por una parte, es una ventaja, pues los espectadores son los que van a por esos programas, eligen quererlos, están mucho más entregados, sin embargo, el mercado televisivo tradicional aún no tiene las herramientas para monetizar convenientemente estas decisiones voluntarias, acostumbrado como está a forzar la publicidad sobre la masa de forma genérica.
A priori, podría parecer que nos encontramos frente a un gran inconveniente, toda vez que los productos más costosos, los más laboriosos, los que mejor funcionan, aparecen ahora disponibles con una rentabilidad mucho menor, pero el sector es muy listo y, a diferencia de otros con el mismo escenario (que no problema), ya están buscando la manera de sacarle partido a un cambio que a la larga nos beneficiará a todos.
Gran post y gran verdad…
Si todo ese consumo se hiciese por vías que aportasen rentabilidad a las cadenas y a los productores ya sería perfecto porque no mataríamos a la gallina de los huevos de oro…
Sólo un pequeño matiz. Qué tiene que ver que las pelis más taquilleras sean las más descargadas para decir que eso no afecta en taquilla… ¿Cómo que no afecta? Si la gente no descargase y fuese al cine seguirían siendo las mismas pero con mucha mayor recaudación…
Por no hablar de lo que afecta al cine independiente…