Se me había quedado en el tintero comentar la aparición de José Blanco en La Noria hace algunas semanas ya, una presencia muy criticada en otros medios, donde se cuestionaba la necesidad de los políticos de acudir a este tipo de programas y el apoyo a un determinado tipo de hacer televisión que se muestra con su presencia.
En aquel momento, me pareció que la aparición de cualquier político en este programa era perfectamente pertinente, es más, La Noria siempre toca temas políticos, obviamente desde su particular punto de vista, el del enfrentamiento constante, aunque no es muy distinto de otras conversaciones privadas entre compañeros de trabajo o amigos sobre algunos de los temas más actuales relacionados con la política y la sociedad ¿por qué no iba a poder un político acudir a un programa de televisión en el que se tratan estos asuntos? Es cierto que también se entra en terrenos más farragosos, como los siempre criticados ataques a famosos y demás cuitas pero, en un programa tan largo, tienen cabida distintas cuestiones y creo que nuestros políticos pueden aparecer por ellos sin complejos. Es más, estoy convencida de que es más importante para la imagen de los partidos tener presencia en programas masivos, dirigidos al gran público, que hacerlo en los específicos de información o debate político, que son sin duda seguidos por menos espectadores y es más difícil llegar al ciudadano, al votante.
Por esta misma razón se entiende que Esperanza Aguirre ayer hablara en directo en conexión con Sálvame, el programa más seguido de las tardes y desde el que puede transmitir una imagen de cercanía al pueblo mucho mayor que desde cualquier otro programa. Llegar al extremo de decir que Sálvame es más importante que los telediarios puede sonar a chiste, a exageración o a comentario impropio de alguien que debe ser serio pero, objetivamente, es una desgraciada verdad.
Si los políticos empiezan a ser conscientes de la importancia de estar en los medios allí donde más audiencia hay y no necesariamente donde más bonito queda, podemos encontrarnos con dos cuestiones bien distintas: por una parte puede resultar interesante ver a los habitualmente lejanos regidores de nuestros destinos y dineros participando en programas incómodos, donde se les presione de verdad con los problemas de las personas y minucias que, a título particular, mueven más opinión de la calle que los grandilocuentes discursos que vemos en otro tipo de intervenciones. El riesgo es que le cojan el gustillo y se nos llene la parrilla de políticos encantados de verse en la tele… aunque me temo que la audiencia es lo suficientemente lista como para no pasar por esto y, caso de que fuera también un éxito de aceptación, no habría nada malo en ello.
Este análisis de la presencia de políticos en determinados programas de televisión es un poco caricaturesco, pero creo que hay un trasfondo importante, el de la distancia de este estamento social con los ciudadanos, una distancia real y preocupante que según parece, podrían estar intentando solventar a través de la televisión. Bien hecho, puede ser una iniciativa en la que ganemos todos y, por supuesto, absolutamente lícita.
— me temo que la audiencia es lo suficientemente lista como para no pasar por esto —
Me ha sonado a chiste, jeje. Pero creo que tú no lo decías con ese sentido, y oye, a ver si me convencía de lo contrario me he puesto a pensar en cosas que la audiencia no haya dejado pasar. No me ha salido ninguna… ¿se os ocurre alguna?
Saludos.