Siempre lo he sabido, pero hoy, apenas un mes y medio antes de que TVE elimine de su parrilla todos los anuncios, me reafirmo en ello. No me molesta que haya canales sin publicidad, ninguna, como se supone que ocurrirá en la pública y me gusta ver las series de un tirón, sin interrupciones, pese a que a veces eche en falta sentir la emoción de ese pequeño cliffhanger que hay justo antes de un corte programado. Pero, la idea de tener una televisión sin publicidad, ninguna, en ningún canal, me espanta.
Hay montones de momentos en los que una pausa viene bien, incluso algunos en los que estás deseando que la pongan y no ves el momento que llegue. Podría hacer uso de la pausa del directo que hoy en día permite cualquier disco duro grabador con antena, tipo iPlus, pero no es lo mismo. Es más, esa posibilidad de pausar la emisión en directo es una trampa que convierte algunas conversaciones telefónicas en eternas, algunos viajes a la cocina en una pesadez o la posibilidad de responder a un mail rápido en todo un ejercicio literario. No, una buena pausa publicitaria es un respiro necesaro.
Pero además, si nos quitan la publicidad en televisión ¿dónde vamos a conocer todos esos nuevos productos que quieren que compremos? Desde los más ridículos hasta los verdaderamente interesantes. Es cansado que te interrumpan cada dos por tres lo que estás viendo para intentar venderte cosas pero, me gusta descubrir novedades, darme cuenta de cuando me intentan colar una milonga o simplemente ver qué famosos han fichado para ser la imagen de una marca. Evidentemente, hay otros sitios donde se pueden anunciar estos productos, en internet sin ir más lejos, y de forma mucho menos intrusiva (si el soporte quiere, claro) pero, bien hecha, la pubicidad en internet sólo debería ofrecerme los productos que me interesan y yo quiero ver los anuncios de todo, aunque no lo vaya a comprar en los días de mi vida.
Del mismo modo que la televisión no desaparecerá nunca, tampoco creo que lo haga la publicidad televisiva, y yo me alegro, sólo queda convencer a las cadenas de que bien ofrecida no tiene por qué ser molesta y dejarse llevar.
La publicidad está bien. Pero bien puesta y con la duración justa. No como hacen A3 o T5 que cortan diálogos o duran 6 minutos.