Pues nada, ya tenemos con nosotros una nueva edición de Gran Hermano, la undécima sin ir más lejos y nuevamente fans por un lado y detractores del concurso por el otro, se dedican a dar sus opiniones sobre este experimento sociológico o programa basura, según quién hable del tema.
Lo más llamativo de esta edición es que han logrado que algunos de los detractores o simples indiferentes hayan confesado que verán esta edición por lo que tiene de Gran Hermano dentro de Gran Hermano, en referencia a esas seis personas que han escondido en los pasillos de la casa y que tienen como función cotillear todo lo que ocurre, opinar sobre lo que ven e intentar adivinar lo que pasará en las nominaciones y expulsiones de la genuina casa de Gran Hermano.
Este experimento se ha querido ver como la voz del pueblo dentro del programa, pues se parte de la idea de que en Gran Hermano nunca vemos más que lo que allí pasa, punto de partida para mí erróneo, pues gran parte del éxito de este reality es tener a todos los programas de la parrilla hablando del tema y malmetiendo contra unos y otros. En esta ocasión, simplemente se han limitado a meter a varios opinadores dentro de la casa también, encerrados como aquellos a los que observan, pero en nada distintos de otros que podemos ver en Sálvame, El programa de AR o el monográfico del programa que nos ofrecen cada domingo en el late night. Todo esto por no hablar de los montones de blogs y páginas web que tratan el asunto y que parecen estar algo molestos con cómo el programa les está tratando (esto nos lo desarrollarán próximamente en los comentarios, con la publicación de un manifiesto protesta de los comentaristas de El gato encerrado).
Aparte de esta peculiaridad, nada nuevo que merezca la pena relatar, ni siquiera las audiencias, que siguen siendo excepcionalmente buenas para un formato que lleva ya tanto tiempo en antena. Nada nuevo, salvo los modelitos de Mercedes Milá, que después de ilustrarnos con los diferentes trajes regionales de España, este año anunciaba nuevamente que su vestuario vendría acompañado de mensaje. Ante estas declaraciones, pensé que se dedicaría a vestir de segunda mano y a adaptar modelos algo pasados de moda en nuevas prendas para tiempos de crisis, algo que hace hasta la mismísima Angelina Jolie, a quién no se le caen los anillos por ir vestida con prendas de segunda mano. Pero no, Merceditas y su troop han optado por el mensaje mediterráneo, el de la dieta rica en frutas y verduras y hemos visto a la presentadora con un bonito tocado a lo Carmen Miranda y un traje de berenjenas que nada tiene que envidiar a Los fruitis de nuestra infancia.
Pues lo dicho, lo nuevo no es nuevo y lo viejo sigue igual, para alegría de todos los que viven, comen y disfrutan del programa, que parece estar sano como una pera.
«pequeño apunte sin importancia»
El gato encerrado es un blog con autor único y no tiene redactores detrás. Sólo eso!
un saludo.