El programa ya ha tenido tres ediciones, en la primera su protagonista se dedicó a vivir en la calle, en la segunda a dejar de comer, pero no ha sido hasta esta tercera en que fumaba porros, cuando la red se ha lanzado a escribir masivamente sobre el programa. Nótese que en la frase anterior hablo de Samanta Villar como la protagonista de los programas, y no como la periodista, y es que considero que el grado de subjetividad de un programa como este convierte a su conductora en protagonista de las diferentes entregas, con todo lo que esto implica de subjetividad y no en una mera periodista que investiga sobre determinados asuntos. Sonia Blanco hace un ejercicio lingüistico parecido, catalogando de capítulos a las diferentes entregas del programa, como si habláramos de una serie de ficción.
Y es aquí donde surje una de las principales pegas que veo se le ponen al formato, el grado de subjetividad y cómo nos cuentan las distintas historias, como si partiéramos de la base de que el programa debe ser un documental pegado a la realidad y completamente objetivo, como pueda exigírsele a un programa tipo Informe Semanal. Y aquí es también donde yo discrepo fundamentalmente, puesto que la propia idea de que la protagonista de los programas se involucre como parte afectada del tema a tratar, ya dota de un grado de subjetividad tan grande que es imposible abstraerse de que estamos ante historias contadas por alguien desde su particular punto de vista.
El formato me recuerda en cierto modo a los blogs, donde podemos encontrar ejemplos meramente informativos y otros dedicados a un sector concreto pero puramente subjetivos, donde no se analizan las cuestiones que se tratan con datos e intentando ser equidistante con los diferentes planteamientos posibles, sino que se muestran opiniones desde el punto de vista de quién está detras de ese medio de comunicarse con el mundo. Y en este último punto es donde creo que está 21 días, donde asistimos al muy elaborado videoblog de una chica que se mete en las vidas de las personas que le llaman la atención e intenta compartir con ellas todo aquello que está interesada en investigar.
¿El hecho de que trate temas como el de los porros del pasado viernes es espectacularización? Pues seguramente, pero ponerse en la piel de un ama de casa o de una trabajadora de banca no tiene tanta gracia y es lógico que se busquen situaciones extremas para mostrar comportamientos extremos. Sea como sea, creo que el programa logra no llevar al extremo morboso ninguno de los temas que trata (no quiero ni imaginar este programa en alguna otra cadena) y creo también que logra mostrar con el mismo respeto a unos y otros. Concretamente en el caso de los porros, y pese a la crítica sufrida por dejar un mensaje negativo respecto a ellos, hubo un tratamiento bastante equilibrado entre aquellos que los fumaban y acogían en su vida como normales o quienes habían pasado por una adicción y lograban dejarla resistiéndose a su legalización. Que a la protagonista personalmente le sentaran fatal y decidiera que la experiencia no le gustaba y que no pensaba volver a probarlos, era un reflejo lógico de lo que estaba sintiendo y no me parece que el mensaje negativo que lanzaba deba ser interpretado como un intento de convencer a nadie, simplemente era su opinión personal, en un formato donde esa subjetividad es la clave de la diferenciación.
Si aun no lo has visto, puedes ver algunas piezas en la web de Cuatro y leer la crítica extendida de Juanti o la de Ruth.
No trató con el mismo respeto a todos los participantes ni mucho menos. La entrevista a Antonio Escohotado (que justamente habría sido lo más interesante del programa con diferencia) fue para echarse a llorar. El trato que se les dio a los fumadores fue de frikis y a los exfumadores de víctimas. Solo se les preguntó por la legalización a la gente que había pasado por proyecto hombre y similares, y sin pedir razones en ningún caso más que las experiencias propias. No soy un yonki de los porros como muchos de los que salieron en el programa pero fumo de vez en cuando, desde hace muchos años, y como la mayoría de la gente me fumo un porro como el que se toma una cerveza con los amigos el fin de semana. Lo que sí puedo asegurar es que una persona que no sea fumadora no aguanta lo que aguantó esta chica ni aprende a liarse porros tan bien en dos días. Todo cuento. Pero además TODO: lo de los tres programas.