Después de diez ediciones uno se espera que la final de Gran Hermano sea algo completamente dominado y espectacular. Sin embargo, la gala de anoche tuvo detalles de programa sin experiencia y tan carentes de ritmo y sentido común que, tanto concursantes como espectadores, quedábamos con ganas de darle al botón de fast forward para que la cosa avanzara y cobrara sentido.
Ya se sabe que un programa como este, cuando nos encontramos en el evento final, es un programa bastante más aburrido de lo normal. La constante emisión de videomontajes con lo que los finalistas han vivido y la reemisión de los conflictos que hemos visto semana tras semana no aportan nada al espectador habitual y no entretienen al ocasional que pasa por allí a ver quién gana. Pero esto es parte del programa y así debemos aceptarlo.
La parte crucial de un programa como el de ayer es la cuenta atrás para descubrir el misterio, para saber quién se alza finalmente con el premio y cómo le es comunicada esta victoria. Y anoche, tras nueve años de experiencia, la producción de Gran Hermano falló estrepitosamente en su intento de hacerlo diferente y emocionante. Primero con la salida de la tercera clasificada, una Almudena que tuvo que embutirse en un mono para ser lanzada en una tirolina, preparación sin emoción, sin ritmo y absolutamente aburrida que podrían haberse evitado. Además, tras contarnos durante todo el día que los concursantes saltarían al vacío para salir de la casa, ver esa tirolina casi a ras de suelo y sin espectadores jaleando a la concursante era de todo menos espectacular. Ya que vas a hacer lo de la tirolina, hazlo bien, plántala bien alto y haz que los concursantes se paseen por encima del público expectante que hay en el exterior de la casa, si hasta los organizadores de Rock in Rio fueron capaces de montar una trirolina mucho más espectacular para sus conciertos ¿cómo es posible que Gran Hermano lo haga tan cutre?
Y luego, la salida del ganador ¿fui yo la única, junto con Iván, que no sabía si el concursante era el ganador o el segundo clasificado? ¿por qué no le dieron al pobre Orlando su minutillo de gloria saliendo de la casa? Y sobre todo ¿qué fue de esos momentos clásicos de la final en los que el ganador se queda sólo en la casa recordando todo lo que ha vivido allí durante cuatro meses? O el programa de ayer estaba muy mal organizado o algo falló estrepitosamente en ese momento final y la cosa no tenía que haber sido así. Desde luego, la angustia de Iván montándose en la tirolina sin saber si era ganador o no, sólo era superada por mi ansia por escuchar a Mercedes Milá decir «lo sentimos mucho, ha habido un error, se ha abierto la puerta equivocada». Porque verdaderamente eso es lo que parecía estar ocurriendo anoche.
Evidentemente, todas estas cuestiones no habrán afectado a la audiencia del programa de ayer, ni mucho menos afectarán a una edición futura del GH11, pero para el grupo de profesionales responsables de la emisión, no cabe duda que el de ayer no puede ser un programa del que estar orgullosos.
Jeje, es lo mismo que me pasó a mí. Es la única vez en toda esta edición de GH que lo veo, y me pareció bastante vergonzoso. Como la tercera clasificada salió por la tirolina, cuando Iván salió también por ahí no sabía nadie si era el segundo o el ganador. Pero les pasa en todas las finales, no sé cómo se las apañan que siempre es muy confuso.
En fin, un desastre. Y parece que no aprenden…