Ahora que Leticia Sabater ha vuelto a nuestras vidas en horario de máxima audiencia, he tenido la oportunidad de volver a ver imágenes de aquellos programas infaniles que presentaba, una de las pocas ocasiones en las que una se alegra de tener unos pocos añitos más.
Dejando aparte el lenguaje super-mega-chupi-guay, lo que me ha hecho pensar (y no le perdonaré que un sábado por la mañana me haya puesto a funcionar la neurona) es el modelito: falda supercorta y algunas veces un minísculo top, o incluso una especie de bikini de lentejuelas, que debía despertar la actividad hormonal de los chavales a edades cada vez más tempranas.
Este concepto de presentadora, a día de hoy ¿sería admitido por la sociedad? y no me estoy refiriendo a si gustaría o tendría aceptación general, simplemente me refiero a si podría pasar el filtro de todas de esas asociaciones de las que venimos hablando últimamente que parecen estar agazapadas, a la espera del más mínimo atisbo de controversia para montar un lío… ¿estamos ganando libertades o perdiéndolas?
En el Club Megatrix ocurre algo parecido con la presentadora Natalia, sobre todo en verano 🙂