Comentaba Andy, a propósito de la hora de comienzo de Hospital Central, cómo en su casa optaron por apagar la tele y reengancharse con la historia la próxima semana, toda vez que, según él, las series españolas adolecen de falta de ritmo y tramas lo suficientemente intensas como para que perderse un episodio sea un disgusto o problema a la hora de seguir viéndolas.
Este comentario me lleva a pensar si realmente esto es un problema o si se trata simplemente de dos formas distintas de hacer televisión, perfectamente aceptables y creadas para dos tipos de público con inquietudes diferentes.
Por un lado tenemos la serie tipo Perdidos, o 24, una serie llena de acción, de eventos importantes en cada episodio, de escenas fundamentales para entender la historia en toda su extensión y que atrapan al espectador para toda una temporada, haciendo de él un auténtico rehén, obligado a no perderse un minuto de la trama o condenado a no entender el resto y echar por la borda todo el tiempo invertido anteriormente en ver la serie.
Por otra parte, tenemos la claśica serie de episodios autoconclusivos tipo House o el propio Hospital Central, donde las tramas verdaderamente álgidas están concentradas en el episodio del día, alrededor del cual se crean unas historias paralelas con los protagonistas, las que realmente nos unen a la historia, pero que no están creadas para ser trepidantes o tan intensas como las propias de cada episodio, sino simplemente para servir de hilo conductor entre episodios, con dos o tres arcos argumentales a lo largo de la temporada y permitiendo que conozcamos mejor a estos personajes comunes de las historias que cada semana se nos van desgranando.
Son dos planteamientos radicalmente distintos, el primero exige una devoción total del espectador, al que una vez enganchado tendremos para siempre, sin embargo no admite que nuevos seguidores se incorporen sobre la marcha. El segundo por su parte, ofrece la posibilidad de ver o no ver el programa, siendo capaz de seguir la historia sin problemas varias semanas después con esa sensación de «no ha pasado nada», al mismo tiempo que admite la incorporación de nuevos espectadores en cualquier momento.
Ninguna de las opciones es mejor que la otra, son dos formas distintas de hacer ficción televisiva y como tales debemos aceptarlas y saber, cuando nos enfrentamos a ellas, con qué reglas estamos jugando. Otra cuestión que luego los jugadores sean mejores o peores.
Las de ‘cliffhanger’ crean auténticos fanáticos, pero las que arrastran audiencias masivas son las segundas, llamadas en los EE.UU. «procedurals», viven «CSI» o «Sin rastro». El término viene de police procedural y desde los setenta que es una fórmula mágica que no suele fallar.