La historia de Quarterlife es la historia de un experimento: una serie concebida para la red cuyo argumento gira en torno a un grupo de jóvenes entre los que destaca la afición por su blog de la protagonista. La serie fue un éxito en su emisión online y, tras estrenarse el tercer episodio, sus creadores ya tenían una oferta de la NBC para trasladar el concepto a la televisión convencional.
En su estreno esta semana, la serie se ha dado el batacazo de la historia, convirtiéndose en el peor estreno de la NBC de los últimos 17 años y augurando una cancelación antes de la emisión del segundo episodio, prevista para el domingo. Las principales argumentaciones sobre las causas de este desastre apuntan a un target que no está frente al televisor y consume contenidos básicamente en la red así como al hecho de que el episodio pudo verse previamente en MySpace y la MTV.
Lo que nadie comenta es el hecho, para mí mucho más evidente, de que la serie estaba concebida como episodios de 8 minutos de duración y, para dar el salto a la televisión, ha debido alargarse hasta los 42 minutos . Independientemente de que el target al que se dirigía este producto esté más en la red que frente al televisor, lo que sin duda es un gran cambio de planteamiento es el tiempo dedicado al consumo de Quarterlife, tanto desde el punto de vista de sus creadores, que deben extender innecesariamente una historia que se puede contar en 8 minutos, como el de los espectadores a quienes se dirige, que son aquellos que no quieren estar una hora frente a la tele viendo lo mismo, sino un rato corto que les permita variar de pieza, de temática o incluso de actividad.
No es que las series hechas para la red no puedan ser exportadas a la emisión clásica de televisión, es que no se puede cambiar el concepto por completo y aspirar a que funcione de igual modo, porque claramente no es lo mismo. ÇEn cualquier caso, me temo que sus creadores se habrán arrepentido de lo que ya puede considerarse un paso atrás en su estrategia personal.
A la gente se llena la boca con los blogs, la web 2.0 y estas historias, y cualquiera puede pensar que todo el mundo tiene un blog, un myspace, una cuenta en flicker y 10000 suscriptores a su propio canal de youtube, pero somos una minoría, con cierta resonancia pero una minoría.