Entrada ya en su fase final, con la emisión de galas en directo que dio comienzo la pasada semana, Tu cara me suena sigue siendo uno de los mejores programas de entretenimiento de la televisión, si no el mejor. A su capacidad para montar un espectáculo musical y cómico, un concurso de talentos y una reunión de famosos, suma ahora la habilidad para ser tenido en cuenta como programa cultural, gracias a las pinceladas de historia sobre sus canciones y los intérpretes que las hicieron famosas.
Efectivamente, el programa no se limita a emparejar cantantes y concursantes, sino que se esmera en aportar información relevante sobre qué llevó a esos cantantes a ser famosos o por qué determinadas melodías se volvieron populares en su tiempo. Así, especialmente en esta temporada, antes de salir a actuar, la mini entrevista que Manel Fuentes hace a los concursantes se centra sobre todo en la historia detrás de la canción, aportando ese toque de divulgación que está siendo halagado por parte de la crítica pero que, en mi opinión, se presenta de forma algo forzada. En ediciones anteriores, en las que no se «pasaba la chuleta» a los intérpretes, es cierto que algunos de ellos se preocupaban por estudiar al personaje que les tocaba imitar y contaban anécdotas sobre lo que habían aprendido, pero no era una aportación que todos pusieran sobre la mesa. Quizá fuera esto lo que inspiró a la dirección del programa a incorporarlo de forma sistemática, pero queda camino por andar en la naturalidad de la propuesta pues, si bien en sus orígenes, por lo real del relato, se percibía de forma muy fluida, ahora en cambio aparece como una lección aprendida y recitada, que no termina de encajar en un programa como este en el que todo está guionizado se presenta de forma aparentemente orgánica.
También queda fuera del engranaje natural del formato el previo que se ofrece antes del arranque real de cada entrega, con esa manera de enlazar las actuaciones que ya se han dado en ediciones anteriores con las nuevas imitaciones propuestas para la semana, rebuscando los mínimos grados de separación posibles entre dos artistas o canciones, para justificar un segmentito de relleno previo a las 22:30 que ayude al cómputo total de audiencia con el que cada semana se imponen a Sálvame Deluxe.
Ojo, que soy absolutamente fan del programa, si me pilla en casa no me lo pierdo y, si esto ocurre, acudo a la web a lo largo del fin de semana para ver la interpretación de mis concursantes favoritos. En estos tiempos en los que la música ocupa tan poco espacio en las parrillas televisivas, me parece un acierto que un programa así exista y esté construido de forma que atraiga a todos los públicos. También valoro su interés por culturizarnos un poco en lo musical, aunque creo que esta parte debería articularse de otro modo pues es, sin lugar a dudas, el momento menos natural de unas galas que destacan precisamente por todo lo contrario, haciéndonos creer que se suceden de forma espontánea las bromas y ocurrencias entre jurado y concursantes.
No tengo duda de que encontrarán la manera.