(OJO SPOILERS DE LA TRAMA DE THE OA. LEE BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD)
Como ya comentaba ayer tras la ceremonia de entrega de los Globos de Oro, en ocasiones me da la sensación de que me estoy volviendo un poco ‘mainstream’, o quizá lo haya sido siempre, es posible, tampoco sé si serlo tiene algo de malo y, lo que está claro, es que no me avergüenzo de ver las cosas que veo, como tampoco me avergüenza reconocer que no soy fan de algunas de las series más reconocidas del momento que de tanto ser de culto han terminado siendo ‘mainstream’ también. Pese a todo, a veces me empeño en ver alguna serie que sé desde el principio que no va a ser santo de mi devoción pero que, por lo pesadito que está todo el mundo a mi alrededor, me veo casi obligada a sumar a mi lista de seguidas. Es lo que me pasó este verano con Stranger Things, que terminó resultándome entretenida pero poco más y lo que me ha pasado esta última semana con The OA, aunque en este caso las críticas no han sido tan unánimes.
Efectivamente, The OA pasaba por ser la serie que rellenaba el hueco dejado por la historia de Wynona y su hijo perdido en otra dimensión, una historia más de elucubración científica que de ciencia ficción literal, donde pasan cosas que no son reales, pero que tampoco resultan tan alejadas de una realidad probable en un tiempo en el que somos capaces de imaginar cosas que, de bien explicadas, hasta nos pueden hacer dudar sobre la posibilidad de que existan o de que un loco científico pueda crearlas o forzarlas.
Es así como The OA nos transporta a una realidad en la que, tras siete años desaparecida, la protagonista regresa para contarnos una historia de ciencia, una que es pura ficción, producto de la mente de un médico loco que cree que puede retornar a los muertos, devolverles la vida y estudiar lo que hay más allá y que para eso los secuestra, encierra y tortura, los mata y vuelve a matar apenas unos instantes y estudia lo que de esos viajes a la muerte se puede extraer para la ciencia.
Esta parte de la historia resulta interesante e inquietante. La parte en que la protagonista debe gestionar su regreso y las personas a las que confía sus vivencias de los últimos años, a sabiendas de que pueden tratarla como una loca, es también un elemento importante de la trama, aunque no está muy desarrollado, o al menos no tanto como me hubiera gustado, a mí, que soy más de explorar los sentimientos y las relaciones sociales de los personajes que de explorar el más allá. La historia avanza bien en estos dos sentidos pero, en mi opinión, pierde credibilidad cuando se empieza a introducir el tema de los movimientos mágicos que salvan vidas, que en última instancia resulta ser lo más importante de la trama.
No termino de comprender a qué viene esa coreografía, no comprendo de dónde la sacan, cómo llegan a ella, de qué manera la descubren, salvo ese quinto y último movimiento y en cualquier caso, no me resulta nada creíble, no veo una base científica que explique qué puede provocar el regreso a la vida de los muertos solo porque fuera unos «ángeles» hagan una serie de movimientos rítmicos que provocan ¿qué exactamente?. Sí, la última escena es muy potente cuando en el comedor del instituto vemos a los cinco hacer su baile, pero la línea entre lo esotérico y lo ridículo es tan fina que yo no logro creer nada de lo que me están contando.
Ocho episodios que me enganchan por la curiosidad de saber cómo Prairie logra escapar, qué ha pasado realmente estos siete años o dónde y cómo están los otros secuestrados. Muchas preguntas que quedan sin responder, aunque en este caso el anuncio de una segunda temporada justifica los cabos sueltos pero, en conjunto, una historia que no termina de convencerme, que he seguido viendo porque lo hacía acompañada, porque eran pocos episodios y porque, al final, me taladráis mucho la cabeza con lo maravilloso de algunas cosas y soy capaz de verlas hasta el final a la espera de encontrar esa genialidad. La idea de que todo lo que nos han contado sea solo producto de la imaginación de la protagonista es quizá lo único que me deja intrigada de cara a esta segunda temporada, pero la genialidad aún la estoy buscando. En cualquier caso, he pasado un buen rato.