Si alguien pensaba que el mundialito de clubes que se juega estos días en Japón iba a pasar sin pena ni gloria por las televisiones, claramente se equivocaba, aunque al final su repercusión poco va a tener que ver con lo deportivo y más con la aplicación de una tecnología que puede cambiar el fútbol para siempre.
Se trata del nuevo sistema VAR que, a pesar de la rimbombancia con la que se presenta, no es más que el hecho de recurrir a la antiquísima moviola (el término viejuno está elegido con toda la intención) para resolver algunas de las jugadas más susceptibles de generar debate por lo acertado, o no, de su arbitraje. Así, cuando el colegiado del encuentro tenga dudas sobre un gol fantasma o un fuera de juego, podrá parar el desarrollo del partido y consultar la repetición de la jugada o bien ser avisado desde el control de realización, donde hay un árbitro auxiliar, de un posible error, que es así subsanado antes del pitido final.
Las consideraciones sobre la idoneidad de utilizar esta herramienta para mejorar el arbitraje de los encuentros se han discutido apasionadamente desde que empezó el torneo hace tres días, y eso que apenas se han jugado dos partidos, y hay numerosos argumentos a favor y en contra de este uso de las imágenes, pero solo una que llama la atención dese el punto de vista del profesional televisivo y que demuestra un desconocimiento absoluto del trabajo del realizador y casi un insulto a su profesionalidad.
Dicen algunos periodistas que el sistema VAR, dado que se basa en repasar las imágenes de una determinada acción, pone el partido en manos del realizador y su filiación deportiva. Según ellos, si el realizador del partido es de uno de los dos equipos en liza, no buscará captar imágenes que puedan dañar a su equipo y el árbitro no dispondrá de datos que permitan ser justos. Dicen esto y se quedan tan tranquilos.
Para empezar, a la velocidad a la que se juega un partido de fútbol es completamente imposible para un realizador saber qué jugadas van a darse a continuación de manera que pueda actuar conscientemente sobre ellas para ocultar una determinada posición de un jugador, imposible, de todo punto. No solo tendría que actuar con una capacidad supersónica, es que además debería hacerlo sobre todos los cámaras que están en el campo, dándoles indicaciones para que «miren a otro lado» y sabiendo, desde el mismísimo instante en que el balón toca la línea de gol, en que un jugador cae en el área o arranca una carrera hacia el balón, si está unos pocos centímetros más acá que allá, una capacidad sobrehumana a la que ni los realizadores de televisión ni los humanos más cualificados tienen acceso.
Por otra parte, suponiendo que se pudiera hacer un esfuerzo por no captar determinadas jugadas polémicas que puedan perjudicar al equipo del que es seguidor el realizador y teniendo en cuenta que estas se suceden a lo largo de todo el encuentro, estaríamos ante una retransmisión francamente mala desde el punto de vista televisivo. Hoy en día, si en algo ha mejorado la tecnología televisiva (y el presupuesto para equipos) es en la capacidad de ofrecer las jugadas desde todos los puntos de vista posibles, casi con tiralíneas y ahora ya, en 360º. Aportaciones que redundan en una mayor calidad de la retransmisión y en percepciones más claras sobre errores y aciertos arbitrales. Es uno de los avances de los que más presumen las televisiones y pensar que de pronto se van a ignorar sus ventajas, solo por el capricho de un realizador, es francamente ridículo.
Por último, quién afirma estas cosas está poniendo en duda la profesionalidad del realizador televisivo, que estaría haciendo un mal trabajo de forma consciente para beneficiar a su equipo. Un mal trabajo cuya intencionalidad sería evidente para el resto del equipo técnico y que, por lo tanto, haría de ellos cómplices del engaño o supondría una revolución en el control entre seguidores de uno y otro equipo. En definitiva, un show, pero no de la categoría que corresponde y, sin ninguna duda, una tontería grandísima que no se sostiene por ningún lado.
No sabemos cómo ni cuando terminará por implementarse este asistente de vídeo en las competiciones oficiales, o si lo llegará a hacer pero, si algo está claro, es que no será necesario, como dicen algunos, que los realizadores de los partidos sean también árbitros, una de las tonterías más grandes que se han podido escuchar en estos últimos días.