Si eres seguidor en Twitter del crítico de La Vanguardia Pere Solá Gimferrer, ya sabrás que cada vez que se emite un episodio de Velvet se le revuelven las tripas históricas por la ausencia de referencias a la situación política del país en los años en los que tiene lugar la trama. Es por eso que no me sorprendí cuando me contactó para pedirme opinión sobre un artículo que estaba preparando en el que precisamente se atendía a esto que él considera una necesidad.
En el artículo, que podéis leer aquí, aparte de la opinión personal del autor, se cita a críticos y académicos con diferentes opiniones sobre este asunto, algunas de las cuales me resultan sorprendentes por lo categóricas, como el hecho de describir Velvet como un fraude solo por no atender a la situación histórica del momento y aludiendo a comportamientos sociales que se muestran como naturales cuando en aquella época estaban claramente perseguidos.
Esta no es, desde luego, la serie que yo veo, ni mucho menos la importancia que, desde mi punto de vista, se le debe dar al contexto histórico en producciones de estas características, donde lo importante son las relaciones entre los personajes, el amor, la venganza, los buenos y los malos de manual más básicos. El hecho de que la serie se desarrolle en un determinado tiempo histórico no es más que un elemento que favorece la estética de la historia, haciendo que destaque visualmente, que se diferencie a simple vista de cualquier otra historia similar que podría estar pasando en El Corte Inglés en 2016 y cuyo contexto histórico también resultaría irrelevante.
No logro entender, más allá de darle una capa más profunda al producto, en qué podría cambiar lo que realmente funciona de Velvet si la figura de Franco o sus decisiones dictatoriales hicieran apariciones esporádicas en las tramas, si se nos contara la visita de Los Beatles a Madrid o si viéramos a los protagonistas asistir a misa cada domingo. ¿Que podría integrarse? Sí, por supuesto que podría, pero no es en absoluto imprescindible para mí, como seguidora de una serie que no tiene otro fin que el de llevarnos de semana en semana al objetivo final del reencuentro entre Ana y Alberto, ya sea aún jóvenes en la España de Franco o jubilados en la de Felipe González.
Producciones como The Crown, que también se menciona en el artículo, por supuesto que tienen una responsabilidad histórica, como la tienen El ministerio del tiempo o Cuéntame, cuyas tramas no tendrían sentido sin atender a lo específico de la época en que se desarrollan, que termina siendo un personaje más. Pero hablamos de otra cosa. Personalmente, no puedo estar más convencida de la importancia de diferenciar ambas propuestas, aunque parece evidente que hay quienes están tan convencidos como yo de todo lo contrario.
totalmente de acuerdo contigo. no todas las series que tienen tramas en el pasado deben ser una clase de historia para las generaciones del presente