Mucho ha cambiado la televisión en términos de tecnología en los últimos tiempos, aunque este cambio haya sido más bien de terminología, complicaciones a la hora de elegir un aparato o número de conexiones traseras y laterales. Lo que antes se limitaba a ser una decisión relativa al tamaño y el precio, hoy en día es una suma de elementos a menudo imposibles de abarcar, especialmente en determinados segmentos de la población que solo quieren ver la tele.
En medio de toda esta suma infinita de opciones una de ella es casi irrenunciable: ¿queremos que nuestro televisor sea una Smart TV o un simple receptor de canales?. La segunda opción es bastante más económica en el mismo tamaño de tele y sin embargo, son pocos los que se animan a dar el paso de elegir un televisor «tonto» cuando por algo más de dinero se le ofrece una miríada de opciones de entretenimiento e información hasta hace poco exclusivas de un ordenador conectado a internet.
El problema viene cuando hacemos el desembolso extra del televisor inteligente para darnos cuenta de que todas esas aplicaciones que se nos mostraban tan estupendas y convenientes, que nos iban a evitar el ir y venir del ordenador a la televisión para algunas de las tareas más simples del entretenimiento familiar, resultan ser mucho peores cuando las hacemos en el televisor, mucho menos intuitivas y con muchas de sus funcionalidades inexistentes o manifiestamente mejorables respecto de su versión para ordenador.
La televisión interactiva, la televisión que nos abre una ventana al mundo, la televisión que nos permite comprar, vender, explorar, relacionarnos, no existe realmente, no es un avance de nuestro tiempo ni parece que lo vaya a ser en un escenario futuro y, sin embargo, todas esas cosas que nos prometían se podrían hacer con ella hace años ya están en nuestros ordenadores, tanto si se trata de un gran computador de sobremesa como si nos referimos a un pequeño móvil en nuestros bolsillos, una tablet de primera marca o la que nos han regalado con el seguro médico. Las televisiones, por muy «listas» que sean en sus denominaciones, por muy grandes y muy llenas de líneas de alta definición que estén, están muy lejos de proporcionar al usuario una experiencia mínimamente parecida a la de navegar desde un dispositivo como el móvil o el ordenador, y han perdido claramente la batalla por ser esa ventana al mundo. Pensábamos que el tamaño era lo que más importaba, hasta que hemos descubierto que la rapidez y las funcionalidades son lo esencial, aunque deban correr en una pantalla de apenas unas pocas pulgadas.
Pero, pese a haber renunciado al tamaño y a las posibilidades de disfrutar de los contenidos en familia, estas dos cosas siguen siendo importantes. Pese a que la tecnología nos haya llevado por otros derroteros, no estaría mal tenerlo todo y, entendiendo que el coste de poner un ordenador de 50″ en la pared quizá no sea lo más asequible para las familias, alguna cabeza pensante ideó el Chromecast, un pequeño y sencillo aparatito que, conectado a un puerto HDMI del televisor ofrece en la pantalla cualquier cosa que puedas reproducir en tu navegador Chrome, ya sean fotografías, páginas web estáticas, vídeos de YouTube y, por supuesto, Netflix y las emisiones online de las cadenas de televisión. Basta con tener una buena conexión wifi para poder disfrutar del televisor más listo del mercado sin grandes inversiones.
Y es que, tendremos que confesarlo, de nuestro televisor no esperamos grandes cosas más allá de que nos proporcione una buena experiencia viendo la televisión, menos hoy en día que nos hemos acostumbrado ya a compartir nuestro tiempo de ocio entre dos pantallas y que todo lo accesorio lo buscamos directamente en aquello que tenemos en la mano y no colgado en la pared.
Después de tres años teniendo uno en casa, este verano por fin me he dado cuenta de lo mucho que necesitaba este accesorio. Hasta hace poco solo lo habíamos utilizado para reproducir en el televisor del salón algunos vídeos de YouTube, pero tras varias semanas sirviendo de enlace entre Yomvi (ahora MovistarPlus), Netflix y la tele grande del salón de la casa en que pasamos las vacaciones, se ha convertido en imprescindible. La guinda del pastel ha sido esta mañana cuando, tras la tormenta de la pasada noche, hemos descubierto que no hay señal de televisión, algo que en mi caso podría haber sido un verdadero drama rural y que hoy se ha solventado con una simple conexión a la emisión online de cualquiera de los canales y su posterior enlace al chromecast. No puede ser más sencillo y yo no puedo estar más contenta. Os dejo, que me están esperando un par de episodios de Bloodline (por cierto, un poco pesadita en esta segunda temporada).
Pues enhorabuena
Muchos habíamos descubierto las maravillas de este aparatito hace años.
Y ya es que no solo hablemos de que las aplicaciones de la SmartTV sean inferiores en calidad y cantidad a la de cualquier móvil por la décima parte del precio.
Es que, que ocurre cuando esas APP quedan desactualizadas y el fabricante no lanza actualizaciones? Este problema también existe en los móviles pero es mucho menor…
Samsung hace tiempo intento remediarle poniendo la parte SMART del tv en un aparato externo que se conectaba a la televisión y por tanto sería compatible con mas modelos y mas facilmente actualizable, pero claro era poner un parche a un problema con una solución mucho mas sencilla…
Pues nada suerte y que sigas disfrutando de este aparato que además cuesta la tercera parte que la versión de APPLE (Apple TV) y con basicamente la misma funcionalidad.
Saludos.