Anoche me senté frente al televisor en casa de mis suegros, eran más de las diez de la noche y en TVE empezaba una «película». Por su aspecto y por la historia que contaban en sus primeros minutos, no pude evitar comentar que parecía una película de las que a menudo vemos en la sobremesa, tanto si se trata de las norteamericanas más propias de Antena 3, como si son las alemanas de la cadena pública, clásicos ya de la parrilla de ambas cadenas.
Efectivamente, parecía una de esas películas baratas y, también como aquellas, sus primeros minutos eran extrañamente adictivos en su simpleza, capaces de enganchar a un espectador sin nada mejor que hacer y pocas ganas de plantearse encontrar algo mejor.
Y así fue como cuatro adultos terminamos viendo esto que parecía una mala película francesa y que, al cabo de una hora, resultó ser solo el primer episodio de un total de seis de la que ha resultado ser la serie revelación de la temporada en Francia, adaptación de un libro que ha vendido más de 60 millones de ejemplares en todo el mundo.
Con el clásico esquema de terminar los episodios tan en alto como para que uno quiera más, aunque el resto del episodio no haya sido especialmente intenso, Última oportunidad, que es como se llama esta serie, ha conseguido convertirse en un gran éxito y sin duda a mí me ha atrapado, ha despertado mi curiosidad y, si me acuerdo, que no tengo claro que en una cita de estas características sea algo que vaya a ocurrir, estaré ahí el próximo lunes para ver cómo avanza la historia.
Y aquí es dónde radica el principal problema de esta emisión en TVE y lo que hará complicado que su desempeño en términos de audiencia sea especialmente bueno: la dificultad de crear una cita permanente con los espectadores cuando estos no terminan de saber si están viendo una película o una serie, cuántos episodios seguidos se emitirán o cuántos hay en total en el conjunto de la historia, lo que es una pena porque, sin ser un producto fabuloso, Última Oportunidad tiene los elementos necesarios para ser líder de audiencia en la noche de los martes sin casi despeinarse, al menos en las tres semanas de verano en las que se emite y donde el resto de competidores no están dispuestos a dar mucho más o siquiera algo novedoso.