Insulso es, posiblemente, el adjetivo que mejor describe el regreso de Hable con ellas en la noche de ayer domingo. Con muchos cambios de caras y dos anunciadas entrevistas que podrían encajar muy bien con la dinámica de Telecinco y su público habitual, todo quedó en soserío, más propio de un encorsetado e inofensivo Hola, que del habitual tono gamberro, punzante y a menudo maleducado e hiriente de los programas de la cadena.
No es necesario entrar a valorar si es mejor crónica social la amable o la ‘destroyer’, basta con saber que no es el mismo público el que ve Corazón Corazón que el que devora a diario Sálvame y este programa no se emite en TVE sino en Telecinco. Y aún así, es mucho más incisivo y respondón Amigas y Conocidas, donde también ha colaborado Alba Carrillo, que esta nueva versión de Hable con ellas.
El elemento clave de este estreno era precisamente el momento clave de sus vidas por el que pasaban dos de sus presentadoras, esa cara y esa cruz que durante una semana han mantenido a Rocío Carrasco y Alba Carrillo alejadas de declaraciones para alimentar una exclusiva en el estreno, una exclusiva que nunca fue, pues una se limitó a enrocarse en el ‘no comment’ y la otra a repetir, entre lágrimas, lo que lleva contando semanas.
El contenido no daba de sí y el formato, tradicionalmente emitido en directo, se estrenaba con una versión grabada muy evidente, con abruptos cortes a publicidad que evidenciaban la escasa naturalidad de lo que allí ocurría. Entiendo que la intención será pasar al directo en próximas semanas pero, mientras tanto, habrían hecho bien en al menos forzar un falso directo, sin interrupción en la grabación, que hubiera logrado pasar desapercibido y aportar naturalidad y frescura.
No puedo pasar por alto tampoco la extraña química entre las presentadoras. Por momentos, parecía que Sandra Barneda estuviera en una posición de superioridad que la mostraba antipática frente a sus compañeras, bien desde el punto de vista de la falta de empatía, especialmente con Alba Carrillo y algunas de sus afirmaciones, bien con aparente complejo de dirigir el show, con comentarios a Soledad León de Salazar que parecieron cabrearla y dejarla en un enfurruñado segundo plano. Si esto estaba planeado y era solo una pose, no quedaba del todo claro y la impresión general era de falta de compañerismo y buen encaje entre ellas, un conflicto que bien llevado puede dar mucho juego pero que, en esta ocasión, se quedaba a medio camino de todo.
La audiencia no ha sido ajena a esta falta de ritmo, contenido y entretenimiento en general y el share se ha quedado en un tristón 11%. Mucho habrá que cambiar para sacar adelante un programa que, en cualquiera de los casos, no es más que un relleno de verano.