Tras los acontecimientos de las últimas semanas relacionados con el programa de Bertín Osborne En la tuya o en la mía, la ruptura definitiva se ha escenificado con varias informaciones confirmando el fin de las relaciones entre productora y cadena, la elocuente entrevista del presentador en El Hormiguero (repetida por cierto hace apenas unos días en su horario habitual tras sufrir la crudeza del inesperado late night de su emisión original) y muy especialmente con la negativa de TVE a emitir el último programa producido, que ha conllevado además numerosas segundas lecturas.
Este programa que por el momento no verá la luz es el que tenía como protagonistas a Ágata Ruiz de la Prada y Pedro J. Ramírez, azote del gobierno actual allí donde tiene voz y pluma y, según apuntan algunos, él mismo en primera instancia, principal motivo para que la cadena no haya querido emitir esta entrevista.
No suena muy razonable pensar que se diera el visto bueno a la entrevista a estos dos personajes para luego decidir que, precisamente por ser quienes son, se decida no emitirla, incluso si lo que en ella se dice no gusta del todo a los responsables de la cadena. Ya conocemos más que de sobra como funcionan últimamente las cosas en la pública y no parece razonable pensar que tengan remilgos en decir que no a la propuesta de estos invitados en un primer lugar, o en pedir cambios sobre la edición final si se diera el caso de que hay declaraciones que no gustan a algún pez gordo. Esto último resulta incluso más inverosímil cuando eres seguidor habitual de En la tuya o en la mía y sabes que Bertín se mete en pocos jardines, que es bastante afín al partido en el gobierno y que, en cualquier caso, nunca se ha visto en las palabras de entrevistador o invitados nada fuera de tono, nada que pueda molestar a quienes tienen el poder último sobre la tijera.
Pensar que en este caso presentador, editor o director iban a sacar los pies del tiesto es poco probable y todo apunta a que en TVE tienen la mentalidad de un crío preadolescente y han decidido picarse y no respirar, lo que traducido en términos de programación supone no emitir la última entrega del programa porque, según dicen, no se ha entregado a tiempo.
La productora afirma que esto no es así, los expertos apuntan a que los plazos firmados en contrato se incumplen con mucha frecuencia y el sentido común nos indica que, dado que la semana santa y su programación habitualmente en stand-by ha coincidido justo en medio del conflicto, la cadena ha tenido tiempo más que de sobra para revisar el programa e incluso pedir los cambios que considere oportunos si ese fuera el problema y tener el programa perfectamente preparado para ser emitido el próximo miércoles y volver a liderar la audiencia del día, como ha venido pasando todos estos meses casi sin excepción.
En lugar de eso, ya se ha anunciado que veremos una apasionante nueva entrega de Callejeros, el programa de reportajes que ya ocupaba esa franja antes de la irrupción de Bertín y que, pese a ser un buen programa, resultar muy adecuado para una televisión pública y ser un formato a medio caballo entre el entretenimiento y la información muy llevadero y a menudo interesante, no está a la altura de la alta competitividad del prime-time.
Con gerentes como estos a nadie deben extrañar los resultados de la cadena y algunas de las decisiones que toman últimamente.
Pese a no ser seguidor en absoluto de ese programa ni de la mayoría de sus invitados creo que se debería exigir a TVE su emisión, no tiene sentido que una televisión pública sufragada por los impuestos de los ciudadanos (en teoría por eso no tiene publicidad) se coja una pataleta y no emita un capítulo porque no le da la gana. Si no lo quieren emitir en la TV convencional al menos deberían subirlo al apartado «a la carta».