Es algo en lo que yo he insistido en no pocas ocasiones, tanto desde el blog, como con algunas de mis amistades o familiares, a quienes cuesta mucho creer que programas como Un príncipe para tres princesas o ¿Quién quiere casarse con mi hijo? no sean puro guión interpretado por actores profesionales. Pero es cierto, como ha explicado Marta Torres, guionista del programa, en un interesante encuentro promovido por ALMA, el sindicato de guionistas, tal como cuentan en esta información de FórmulaTV.
La principal prueba de que los protagonistas de este tipo de programas son reales es un acto de fe, o más bien de poca fe, pues personalmente me parece imposible que un guionista sea capaz de escribir algunas de las delirantes frases que hemos escuchado en estos programas, y no digamos ya la fila de oscars a la mejor interpretación que deberían acumular ellos y ellas de tratarse de actores repitiendo ese guión. Imposible.
Esto no quiere decir, como bien explica Marta, que no exista un importante trabajo de guión detrás del show, ni mucho menos que sus protagonistas vayan por la vida haciendo esas trospideces constantemente. La clave de un programa de estas características reside en tener un gran equipo de casting que es capaz de reconocer lo que un buen equipo de producción y guión detrás de ellos será capaz de sacar de los seleccionados, que su vez serán retocados por el no menos fantástico equipo de postproducción y así es como, apretando las tuercas apropiadas, se consiguen algunas memorables joyas de la historia de Cuatro.
Ejemplos como este son tan viejos en televisión como la televisión misma, empezando por las entrevistas a pie de calle, aunque es ahora, con la proliferación de realities de todo tipo, cuando mayor partido se le está sacando. Darle alcohol a los habitantes de la casa de Gran Hermano, hacer coincidir en tertulia a Inda y cualquier representante de Podemos, grabar una cámara oculta a los colaboradores de Sálvame, meter a una ex-pareja de un concursante en cualquier programa que se nos ocurra, son solo algunos de los ejemplos más fáciles para sacar de quicio a los protagonistas televisivos, conseguir que digan tonterías, que hablen de secretos inconfesables… burdas estratagemas que, en su versión más sofisticada, utilizan guionistas como Marta Torres y su equipo.
No hay más… ni menos.