Charlotte Caniggia, de profesión hija de rico/famoso, ha hecho gala durante semanas de mala educación, incapacidad para relacionarse y muy mal gusto a la hora de defenderse en los enfrentamientos con sus compañeros, unos enfrentamientos que, según su punto de vista, eran solo machismo y agresiones verbales, maltrato a la mujer.
Palabras y conceptos muy delicados y sobre los que es muy importante concienciar a la sociedad pero que, en ningún caso, deben significar que, por el hecho de ser mujeres, no se nos deba recriminar nuestra actitud ni se nos pueda replicar, pues eso significaría todo lo contrario a lo que pretendemos, nos convertiría en seres delicados e intocables a los que no se puede levantar la voz, con los que no se puede discutir y yo, como mujer, me niego a estar en esa posición.
En la casa de Gran Hermano, como en todos los sitios en los que conviven personas, hay enfrentamientos y peleas, discusiones que se salen de madre e incluso insultos, entre personas, tanto da si son hombres como si son mujeres, que es lo que ha ocurrido en este caso. Escudarse en el argumento «soy mujer y no me puedes hablar así» es lo peor que se puede hacer para reivindicar la valía de una mujer, mucho menos si a continuación utilizas la palabra «marica» como un insulto y menos aún si con tus amigos y sabiéndote grabada, te dedicas a fantasear con tirar ácido o aceite hirviendo a alguien a quién detestas.
Estas mismas actitudes, sumadas a la gamberrada de meter el cepillo de dientes de un compañero en el inodoro, no habrían sido permitidas a un hombre y en cambio, sí se le permiten a una mujer, en un acto que solo puede justificarse si consideras que ellos saben lo que hacen cuando dicen estas cosas y ellas, sin embargo, pobrecitas, no son conscientes, una condescendencia detestable.