Si hay un hecho innegable en el sector audiovisual a fecha de hoy es que Netflix está siendo el ejemplo más claro del cambio en la manera de consumir contenidos y, sin duda alguna, la empresa que, no solo se está adaptando mejor a estos cambios, sino que los va provocando, marcando el paso.
En este sentido, Reed Hastings avanza lo que ha sido un clamor durante años pero pocos se animaban a poner en evidencia: la progresiva eliminación de los derechos de explotación de los contenidos por zonas geográficas.
Temerosos del lucro cesante derivado de no poder vender estos derechos canal a canal, territorio a territorio, los productores de contenidos se han guardado muy bien de hacer contratos abiertos y así, cada vez que una página web de un canal determinado distribuía sus series o programas en abierto para sus espectadores, estos solo podían acceder al contenido si se encontraban en el mismo país de origen del canal. Y no hablamos solo de contenidos completos, también de clips de algunos programas o incluso de la web completa, como ha llegado a ocurrir durante mucho tiempo con la de Showtime, inaccesible desde España.
Pero todo esto está a punto de cambiar de forma radical, de la mano una vez más de Netflix, que anuncia que, a medida que vayan caducando los contratos de explotación con restricción geográfica de algunas de sus series originales, la capacidad para disfrutar de un mismo contenido desde cualquier parte del mundo será una realidad para los clientes de su plataforma. Y cuando Netflix empiece, solo es cuestión de tiempo que el resto de actores del sector vayan detrás.
El futuro se presenta así como un gran mercado único en el que todo esté a disposición de todo el mundo al mismo tiempo, sin ventanas, sin plazos, sin obstáculos. Eso sí, habrá que dominar idiomas.