La prestigiosa consultora PWC acaba de hacer público un informe sobre las perspectivas de los medios de comunicación y el sector del entretenimiento para los próximos cinco años. El entorno está en claro cambio en todos los ámbitos, desde el tecnológico hasta el de los contenidos, pasando por un cambio en los principales actores que, concretamente en España, puede suponer una revolución en un sector bastante acomodado hasta el momento.
Es precisamente en este punto en el que incide el informe de PWC, que presta una especial atención al cambio que ha supuesto la irrupción de las operadoras de telecomunicaciones en el mercado de los contenidos. Tradicionalmente centradas en la parte técnica, como proveedoras de servicios y meros vehículos de datos, estas operadoras siguen trabajando en los desarrollos tecnológicos, pero ahora se adentran con todas las consecuencias también en la creación, buscando complementar ambas ofertas y aprovechar esta ventaja competitiva frente a quienes solo disponen del contenido o las infraestructuras.
El estudio prevé un crecimiento sostenido en los próximos cinco años, un crecimiento que se ve impulsado por el fin de una crisis que pone más dinero en manos de los usuarios potenciales, que ya se animan de nuevo a contratar servicios premium, cada vez más familiarizados con formas de consumo alternativas, usuarios que reclaman una serie de características hasta ahora minoritarias. El fin de la crisis también repercute en las empresas, que se animan a invertir, a poner en marcha nuevos proyectos, a avanzar en desarrollos tecnológicos que estaban parados.
En este entorno, el nuevo tipo de cliente que consume contenidos audiovisuales vive en un mundo caracterizado por la abundancia en el que las empresas buscan ganarle en varios terrenos: principalmente el de la oferta integral de servicios (telefonía, internet y televisión), pero también en la oferta de contenido original, de formatos adaptados a todo tipo de dispositivos, usabilidad y ausencia de ataduras, entendidas estas como la posibilidad de consumir contenidos en cualquier momento, en cualquier lugar y con la misma calidad en todos los dispositivos.
Son muchos cambios, algunos de ellos realmente disruptivos, pero con una característica que los hace diferentes: la transparencia. El usuario no entiende de tecnología, no quiere entender, no quiere tener la necesidad de hacerlo, solo busca una experiencia sin sobresaltos, una experiencia en la que no diferencia la manera en que los datos le llegan, en la que no quiere tener que cambiar de entradas en su televisor, de dispositivos, y es por eso por lo que las empresas han de seguir impulsando, y lo harán, los accesos a internet de máxima velocidad, bien por fibra o conexiones 4G, derivando toda la oferta de contenidos a un único canal que permita ese acceso universal, a todos los contenidos de la misma manera, con la única limitación del propio dispositivo.
En este sentido, y aunque el estudio no lo menciona, entre otras cosas porque la decisión ha sido reciente, es importante destacar la importancia de una neutralidad de la red que hoy por hoy la Comisión Europea no garantiza. Pese a que el término puede resultar confuso y complicado de entender, pese a que tiene muchas implicaciones y en ámbitos que no solo afectan al mundo de los medios de comunicación y el entretenimiento, es en este sentido en el que afecta especialmente. Si las operadoras de telecomunicaciones no ofrecen las mismas características técnicas a todos los contenidos que viajan por sus cables, nos podemos encontrar con que solo sus plataformas de contenidos funcionan correctamente, con que solo sus vídeos pueden verse en HD, solo sus directos funcionan.
La puerta que se deja abierta a que el ancho de banda sea diferente, dependiendo de si los contenidos a los que se quiere acceder son propios o ajenos, en una infraestructura como la red de fibra óptica, es una mala noticia para los creadores. Con esta posibilidad, no solo las grandes empresas sino todos los creadores independientes, ven así mermadas sus posibilidades de llegar a una audiencia masiva y universal en las mismas condiciones en las que lo hacen los grandes operadores para sus producciones propias, volviendo a instaurar una de las grandes barreras de acceso a la cultura que internet había derribado.
No son solo las televisiones o el cine los que se ven afectados por estos cambios y mejoras, también la literatura, los videojuegos, las revistas y prensa, los contenidos multiplataforma, todos ellos tienen ante sí un rebrote de posibilidades, que puede dar lugar a nuevos modelos de negocio o a sacarle partido a otros que parecían agotados o imposibles de sacar adelante por las dificultades técnicas o económicas de los últimos años de inestabilidad. El reto de todos ellos es demostrar que son atractivos, que el público los demanda y que los anunciantes deben invertir, sacando provecho también del momento que vive una industria publicitaria con modelos agotados y numerosas posibilidades.
Es un momento de cambio y oportunidades para todos los actores de un sector con unas enormes perspectivas de cambio, para mejor.