Yo soy de las que nunca entendió el humor de Anclados, ni por sus chistes, ni por sus personajes exagerados, ni tampoco por la época en que esta serie se ha emitido, un momento en que parecíamos derivar hacia otro tipo de producto, más cuidado. Pero tampoco entiendo el humor de Gym Tony y ahí sigue, eso sí, escondidilla en Cuatro. Precisamente por lo poco que me gustaba, por lo zafia que me resultaba, me ha alegrado la noticia de su cancelación, pues demuestra que, pese a los buenos resultados de audiencia, a ese cercano 20% de share que conseguían cada semana, los números no son lo único a lo que se mira y eso es una excelente noticia. Si los motivos son, como podría parecer, la búsqueda de otro tipo de producto, más serio, de mayor calidad percibida, bienvenida sea la noticia, aunque siempre sea una noticia a lamentar en otros términos.
Dicen productores y cadena que la razón de la cancelación es la falta de recorrido de las tramas, algo que verdaderamente no se sostiene, pues nada más estirable que un crucero en el que cada semana se puede dar cabida a tramas nuevas y personajes delirantes, sin compromiso, lanzándolos por la borda sin piedad, aunque sí es posible que los protagonistas que han de sustentar estas tramas sean demasiado planos y sea precisamente esa falta de matices lo que los haga cortos de recorrido, incapaces de reaccionar de forma sorprendente, de hacer algo que no sea lo de siempre, aburriendo a sus creadores, que es la primera causa de fracaso de una serie.
Anclados ya había sido renovada por una segunda temporada, por eso su repentina cancelación ha sido una sorpresa, pero menos de 24 horas han tardado en saltar los rumores que recolocan a algunos de sus actores en otras series, como por ejemplo Miren Ibarguren, que ya apunta a nueva inquilina de Montepinar, donde por cierto veremos, esto sí, ya confirmado, a Luis Merlo. Nunca una actriz llamada a sustituir a la protagonista de una serie de gran éxito, como Carmen Machi en Aída, había funcionado tan bien y resultado tan poco traumática su llegada y la desaparición del personaje principal. Despacito, sin grandes estridencias, sin ocupar portadas, Miren Ibarguren está avanzando con pie firme por la parrilla española, sin quemarse, constante.
Pero volvemos al tema de Anclados y su cancelación preguntándonos ¿es que no hemos entendido la serie? ¿Es que como espectadores no estamos preparados para cierto tipo de comedia? Dice Borja Terán en su comentario al respecto que se trataba de una clásica sit-com y que su surrealismo y sus decorados de cartón piedra son propios de este tipo de productos, no una cutrez derivada de un presupuesto insuficiente como podría parecer. Efectivamente, sus estridencias son características de las locas comedias norteamericanas, pero hay una nada sutil diferencia: la duración. Mientras unas duran apenas media hora corta, aquí nos enfrentamos a más de 70 minutos de exageración que terminan agotando y que, en esos platós claustrofóbicos y repintados, dan un resultado completamente diferente, uno que termina por agotarse rápidamente y por ser cancelado, sin piedad, cuando todo apuntaba a que podría surcar la parrilla unas cuantas temporadas más. Y así ha sido.