El pasado lunes se estrenaba en Cuatro Rabia, la nueva serie de producción propia de Mediaset. Según ellos, un apuesta por algo distinto, arriesgado, novedoso en nuestro panorama de ficción, como efectivamente así es, a priori. Pese a las grandilocuentes presentaciones, tiendo a pensar que si estuvieran plenamente satisfechos con el resultado lo habrían estrenado en Telecinco, a pesar de que no me cabe duda alguna, su sitio es Cuatro.
Tras su visionado, algunos han afirmado que la historia tiene un toque The Walking Dead, pero ojo que estos protagonistas no son zombies, son infectados. Infectados por unos malvados científicos y por el gobierno, infectados con fines inciertos, abandonados a su suerte y luego «activados» cuando se desea. Y es así como se desata el drama en esta serie.
El primer episodio empieza con un Jesús Olmedo a punto de cruzar la línea entre lo terrorífico y lo hilarante, con las venas a punto de reventar en su cabeza, violento como pocos y sin articular más que gruñidos y gritos. No volveremos a verle, aunque nos consta que sigue vivo. Es tan solo uno de los dos personajes de esta primera entrega a los que veremos desatar esa rabia inoculada, lo cual se agradece, pues evita caer en más excesos de los necesarios (que no son pocos) mientras el resto del tiempo se dedica a presentar a los principales protagonistas de esta huída.
La serie es, en efecto, un buen ejercicio de cambio de registro. Pese a que no faltan personajes representativos de todas las franjas de edad y eso recuerda a tiempos pasados (inevitable no ver a Lourdes Serrano cada vez que Concha Cuetos hace su aparición), su presencia está justificada y ayuda a enriquecer unas relaciones entre personajes ya de por sí muy tensas y oscuras. Lamentablemente, están todos bastante sobreactuados, muy especialmente Patricia Vico y muy extrañamente Adriana Ozores.
Rabia no está mal, si te gustan este tipo de historias, aunque yo personalmente he de reconocer que me dejó una incómoda sensación de vacío, una sensación de que al final no había pasado nada, de que todo transcurría demasiado lento. Y no, no es el resultado de los siempre eternos 70 minutos de las series españolas, porque todas parten con la misma desventaja y las hay que consiguen avanzar a otra velocidad.
Bien por ellos en cualquier caso, que han conseguido hacer algo diferente y eso siempre es una buena noticia.