Tengo sentimientos encontrados al respecto de la vuelta de Canal 9 en la Comunidad Valenciana y la manera en que lo hace. En un principio, la noticia de que regresa emitiendo únicamente series y películas me parece algo absurda, pues entiendo que la función de una televisión pública no ha de ser el entretenimiento, aunque este exista, sino el dar cabida a una serie de elementos informativos y culturales propios de la comunidad en la que se emite y que no son atendidos en el resto de canales nacionales por una elemental falta de público, tiempo y presupuesto.
Así, en la manera en que yo entiendo las televisiones públicas locales y regionales, si no vas a atender a lo que interesa a los vecinos, si no vas a dar espacio a aquellas cuestiones políticas y sociales circunscritas a tu comunidad, no tienes sentido, del mismo modo que los periódicos regionales no lo tendrían si se limitaran a cubrir las noticias generalistas, aunque solo sea porque su presupuesto para hacerlo será siempre menor que el de un gran periódico (indagar sobre cuantos abuelos de la provincia en cuestión tenía el protagonista de las noticias no es suficiente).
En el caso concreto de la televisión valenciana, el hecho de emitir contenidos en la lengua propia de la comunidad puede aportar un elemento didáctico y cultural extra que no existiría en el caso de que la misma circunstancia se diera, por ejemplo, en TeleMadrid, pero no me parece suficiente para mantener a flote la cadena, con los gastos que ello implica.
Otra cuestión es la que plantean desde el nuevo gobierno de la Generalitat valenciana, el motivo que alegan para reabrir Canal 9, aunque sea en precario, que no es otro que la existencia de un gasto importante y real que no desaparece por el mero hecho de dejar de emitir. Un gasto en derechos de emisión y pagos diferidos al que se debe seguir atendiendo y que supone que, aún en negro, la televisión valenciana sigue costando dinero a sus contribuyentes. Ante esta circunstancia, uno no puede dejar de pensar que tenga sentido entonces emitir esos contenidos que se siguen pagando, pues hacerlo no supone un gasto… o si.
Poner en marcha de nuevo Canal 9, aunque sea solo para emitir material de archivo y otras producciones ya comprometidas, tiene un coste nada desdeñable: hace falta personal técnico, hace falta personal de limpieza y seguridad, los gastos de electricidad se disparan… No sé a cuanto puede ascender el importe extra que cuesta volver a poner en marcha el canal, aunque sea en estas circunstancias «de batalla», pero me cuesta creer que compense y que no exista un capítulo presupuestario mejor al que destinar este importe.
Hacer cosas porque «total, las vas a pagar igual» nunca ha sido un buen motivo para hacerlas y suele acarrear un gasto extraordinario que nunca compensa, menos aún si el resultado final no responde al fin último para el que se hizo el gasto en primer lugar, fin que por otra parte nunca parece haber estado en las prioridades de los responsables de la cadena (pero esa es otra historia).