El pasado sábado se estrenaba en Cuatro Un tiempo nuevo, la versión remozada del programa con el que Telecinco pretendía hacer la competencia a La Sexta y su La Sexta Noche y que no ha conseguido unos datos de audiencia suficientes para continuar en un canal muy exigente en datos, pero tampoco una solvencia en su planteamiento que le haya permitido buscar la manera de salir adelante, aunque no debemos quitar mérito a la paciencia que se ha tenido con el.
Creo sin embargo que dos cuestiones fundamentales hacían imposible que el programa fructificara en Telecinco, una de ellas la falta de encaje con la audiencia base del canal, una que vive a base de bombazos informativos como las ventosidades de Kiko Rivera, realities de todo tipo y series de ficción que aún logran sobrevivir en medio de esta mezcla de vino y cola. Mención aparte merecen los informativos, que logran aprovechar el tirón de los programas que les preceden para afianzarse en su posición privilegiada.
Un vistazo detenido a la parrilla de la cadena hacía que un programa como Un tiempo nuevo estuviera fuera de lugar, tanto como ha estado Sandra Barneda en su posición de conductora moderadora, incapaz de acomodarse en un formato que de alguna manera no encajaba con su personalidad y que, sin embargo, Silvia Intxaurrondo ha conseguido lucir en apenas un día de programa. Si la culpa era de la dirección del programa, de la imposición de la cadena, de la propia Barneda o, lo más probable, una suma de todas estas cosas, es ya irrelevante, pero estaba claro que era un elemento que no funcionaba, un elemento esencial que ha supuesto un lastre durante mucho tiempo y que, pese a lo duro que puede parecer un cambio de presentador en un programa que no funciona, a veces no vendría mal.
La audiencia del programa en su nueva ubicación ha sido realmente pobre y aunque un primer vistazo al mismo de la impresión de que nada ha cambiado, son muchos los que han visto un esfuerzo por estar más en la calle, por abordar temas de investigación más que por recurrir al debate puro y duro en que se centra desde hace tiempo La Sexta Noche con sus tertulianos estrella.
Personalmente, creo que no hay demasiada diferencia entre Un tiempo nuevo en Cuatro y su antigua versión, más allá de la mencionada ubicación y presentadora, que pueden ser suficientes para sacarlo adelante de otra manera. Eso sí, de funcionar finalmente, nos encontraríamos ante la misma situación que de lunes a viernes presentan Cuatro y La Sexta, es decir, dos programas prácticamente idénticos abordando los mismos temas, en ocasiones hasta compartiendo invitados y entrevistas en el lugar de la noticia. Dada la escasa cantidad de canales que tenemos en España y, si nos limitamos a aquellos que se llevan el 80% de la audiencia diaria, algo ciertamente absurdo.
Y que no se me olvide: vale que haya que poner muchas cosas rojas para recalcar la imagen de marca del canal, pero ojo con pasarse, que la imagen que ofrecía el programa con las presentadoras a juego con el mobiliario era, como mínimo, estridente.