Leo con interés y sorpresa que la CNMC ha advertido de sanción a los dos principales grupos de televisión, Mediaset y Atresmedia, por las «autopromociones agresivas que aparecen en pantalla y que, en muchas ocasiones, no solo no se diferencian claramente del contenido, sino que resultan molestas para al espectador y atentan contra la integridad de series y películas sobre las que se sobreimpresionan».
Si bien es una observación crítica que comparto, me llama la atención que en esta advertencia se dejen fuera las macromoscas que en estos últimos tiempos ocupan un espacio en la pantalla francamente grande, una sobreimpresión a la que acabamos acostumbrando la vista, gracias a lo acomodaticio del cerebro humano, pero que no deja de ser una mancha sobre la pantalla, en mi opinión casi más molesta que las promos puntuales que apenas están unos segundos en emisión.
Me llama la atención también que la CNMC tenga potestad para sancionar sobre algo que no deja de ser una cuestión estética y sin embargo, no se molesten en criticar y amenazar con sancionar las interrupciones brutales de algunas pausas publicitarias, que verdaderamente destrozan el producto original, bien en medio de una frase o de un cuidadísimo plano secuencia.
Es como si quisieran ejercer de policías del buen tratamiento del contenido, pero se quedaran a medias, como si quisieran quedar bien con los espectadores, pero sin tocar demasiado las narices a las cadenas, no contentando a ninguno de los dos.
A título de anécdota, la lectura de la descripción que la CNMC hace de este tipo de autopromociones me llama la atención también por otra cosa, a ver a cuantos de vosotros os pasa lo mismo:
«(…) sobreimpresiones o transparencias de carácter virtual que ocupan gran parte de la pantalla, donde a veces aparecen imágenes en movimiento y que afectan totalmente a la integridad del programa donde se insertan, especialmente si se trata de películas cinematográficas o series de televisión. Se considera que este tipo de inserciones son especialmente molestas para el telespectador que está visionando el programa en ese momento, el cual se convierte en algo secundario al cobrar protagonismo la autopromoción de una manera inesperada e intrusiva.»
¿Os resulta familiar? ¿Cuantas veces al día entráis en una página web en la que ocurre exactamente esto? Si, ya imagino que la diferencia está en que unas emiten en un espacio de titularidad pública para el que se necesita una licencia, mientras las otras no dependen de licencias ni permisos, pero no deja de llamar la atención el parecido y que no haya nadie afeando la conducta a quienes priman la publicidad por encima del contenido, haciendo en ocasiones prácticamente imposible la navegación. Culpa nuestra por seguir entrando, por otra parte.