Ha tenido que salir George R.R.Martin a explicar el porqué del exceso de violencia hacia las mujeres que se puede ver en Juego de Tronos, una crítica repetida que el autor de los libros en que se basa la serie ha tenido que explicar, con algo tan sencillo como recordar que en la Europa medieval en la que se ambienta la historia, las mujeres no valían nada y sus derechos eran violados constantemente.
Parece una evidencia, pero vivimos tiempos en los que las imágenes que aparecen en los medios se consideran tan impactantes y adoctrinadoras que, en lugar de pensar que cosas así redunden en el rechazo a unas formas de tratar a las mujeres absolutamente medievales, en todo el sentido de la expresión, nos quedamos con la forma y rápidamente acusamos a los autores de ficción de estar apoyando aquellas cosas que muestran, aquello que escriben o graban. Olvidamos así dos cosas, que la ficción es solo eso y puede utilizar todas las licencias artísticas e históricas que desee, pues es eso, ficción, y que la ambientación histórica de una obra ha de cumplir con una serie de requisitos si efectivamente queremos que esté ambientada en un momento en el que las referencias sociales son claras. Que estas no nos gusten nada tiene que ver con el hecho de que hayan existido y mucho menos que se apoyen o defiendan por el hecho de traerlas a un primer plano en determinados momentos de la trama.
En este sentido y ya volviendo al tiempo actual, la Asociación de Usuarios de la Comunicación, que tanto protesta y con la que tan pocas veces estoy de acuerdo, se queja en esta ocasión de algo en lo que sí podría coincidir, especialmente por las sospechas que a mí también me genera. Dice la AUC que en las series españolas se fuma demasiado, y no habla de series de época o series traídas del extranjero, sino de las series producidas en nuestro país y ambientadas en el tiempo que vivimos en el que, es cierto, el consumo de tabaco se ha reducido sustancialmente.
No es solo que los españoles fumemos menos, es que hay tantos sitios en los que está prohibido fumar, que se hace raro pensar que las series encuentren muchos momentos en los que introducir a un personaje fumando de forma natural algo que, por otra parte, no aporta gran cosa a la trama y solo un pequeño matiz al personaje. Debo reconocer que yo no me he fijado en esta circunstancia y recuerdo una declaraciones de un productor de ficción que afirmaba que hacer fumar a un actor que no sabe fumar era un error, pues se notaba mucho, lo que me lleva a pensar: ¿es realmente así? ¿fuman más de la cuenta los personajes en las series españolas? Si lo hacen, yo también me apunto a pensar que es una rara coincidencia, aunque me niego a sospechar que haya alguien poniendo dinero sobre la mesa para que así sea.
Se trata, en un caso y el otro, de la manera en que la realidad se muestra en productos que son ficción, de los elementos del mundo real, pasado o presente, que debemos tomar a la hora de hacer una serie para que esta sea creíble y además entretenida, sin sacar al espectador del espacio que le hemos creado, pero con la libertad para hacer todo lo que mejor convenga a la idea que sus creadores tienen en la cabeza. A propósito de esto, me pareció muy acertado un comentario de los guionistas de El Príncipe en la más que recomendable Escríbeme una serie, una producción propia de Canal + al estilo The Writers Room (que también ha emitido la cadena), en el que afirmaban que sus personajes, ponían como ejemplo a los agentes del CNI, hablan y hacen lo que la gente piensa que dicen y hacen, no necesariamente lo que se ajusta a la realidad. Es un matiz genial en un mundo, el de la creación audiovisual, en el que las convenciones son imprescindibles, en el que las reglas establecidas con el espectador se forjan a partir de costumbres y constantes acuerdos tácitos de irrealidad, donde pocas cosas se sustentarían en un mundo real traspasadas tal cual.
Es conveniente mantener un cierto grado de realismo y veracidad en lo que ponemos en pantalla, pero también asumir que, de la misma manera que nadie habla como hablan los personajes de las series, nada de lo que allí vemos es una traslación directa de una realidad, menos aún de una que sus autores estén queriendo forzar en la audiencia, ni siquiera cuando aprovechan para hacer crítica social, imaginar un mundo mejor o incluso soltar sus discursos. Y no hay más.