«Si en cuatro entregas vemos que el programa no funciona, lo cancelamos y listo» así se defendía el presidente de la corporación TVE, José Antonio Sánchez, tras las innumerables críticas que despertó la primera emisión de La alfombra roja palace en el prime time de los sábados.
Ni con anunciados retoques, ni con una semana de vacaciones para evitar la bajada de audiencia derivada de un menor consumo televisivo, ha logrado el programa levantar cabeza y sus seguidores se han ido apagando semana a semana hasta tocar fondo con algo más de 700.000 en la pasada noche de sábado. Una herida abierta en la ya de por sí dañada parrilla de la cadena, que no se puede permitir estos resultados con un programa de estas características.
Se puede dar tiempo a que un producto enganche y funcione, con paciencia, con cuidado, con mimo, con cambios progresivos y una cosecha de nuevos seguidores lenta, incluso con altibajos. Esto es algo que las cadenas se pueden permitir, máxime si se trata de TVE que, como siempre decimos, no ha de aspirar a grandes audiencias sino a programas de calidad. No era el caso de esta resurrección de un Noche de Fiesta que nunca fue el prototipo de espacio de una cadena pública pero que, en su momento, funcionaba, la audiencia lo seguía y por lo tanto, se podían justificar sus delirios. Ahora no.
El contrato con la productora estipulaba la necesidad de unos resultados mínimos para seguir adelante con el proyecto y estos no se han cumplido. Desde que conocimos la audiencia de esta semana estábamos esperando la respuesta oficial de TVE y han hecho lo que debían hacer. Es un pena que se haya perdido el tiempo y el dinero durante cuatro semanas en intentar sacar adelante algo que parecía claro no funcionaría en estos tiempos pero al menos, se ha sido coherente y no se ha insistido en el error. Con algunas decisiones, uno sabe lo que espera, pero a veces desespera.
Curiosamente el cine en semana santa hizo en ese hueco un 10% de audiencia cuando lo más alto de la alfombra fue un 6,1%