Tras confirmarse que sería la presentadora de Guasabi, programa por el momento de emisión puntual en Cuatro, el futuro de Eva Hache como conductora de El club de la comedia en La Sexta era bastante incierto. Que el nuevo programa no tuviera periodicidad dejaba la puerta abierta a que se tratara solo de una colaboración puntual, lo que sumado al limbo en que se encuentra la nueva temporada del programa de monólogos, dejaba en suspense la decisión final de Atresmedia. Hasta ayer, día en que se confirmaba que Hache dejaba de ser la cara visible del proyecto.
Tal como lo anunciaba ella, la habían despedido del programa, una elección de vocabulario quizá algo injusta, tratándose de un proyecto que por el momento no se estaba desarrollando y en el que, pese a que ella era la titular, su puesto como conductora no estaba garantizado por contrato, como no lo está casi ningún presentador de la tele, todos ellos muy importantes pero a todas luces prescindibles, como ha quedado claro en no pocas ocasiones. No ha lugar pues al concepto «despedida» pero, dado que tampoco tenía, como ella misma ha reconocido, contrato de cadena, Atresmedia no tiene motivos para enfadarse y, aunque sea lógico que les pueda dar rabia perderla, si tanto la querían, deberían haberla atado convenientemente.
Tiene motivos más que suficientes Eva Hache para buscarse las castañas en otro sitio, incluso si se trata de la competencia, en un legítimo derecho a trabajar y a no permitir que los proyectos guardados en un cajón ‘sine-die’, terminen por hacer que la audiencia y otros productores se olviden de uno, algo esencial en este medio. Pero el mismo derecho que asiste a unos a buscarse la vida, debería asistir a los otros para prescindir de sus servicios, sin que por ello se les tache de rencorosos o de cometer una tropelía de ningún calibre. Estoy convencida de que una conversación entre ambas partes, todos hubieran entendido al otro, conversación que parece no haberse producido a tiempo y que, cuando lo ha hecho, ya era demasiado tarde para terminar en buenos términos.
Dice Borja Terán que estas cosas no ocurren en otros países, donde los colaboradores y caras más conocidas de las cadenas, hacen sus pinitos en otras de la competencia sin mayor inconveniente, beneficiándose así ambos del ‘crossover’. No es una cosa inédita en nuestro país, donde programas como El Hormiguero, por ejemplo, han sorprendido recientemente con invitados muy conocidos del universo Mediaset. Con los actores pasa los mismo, pues tan pronto protagonizan algo en una cadena, como se pasan a un proyecto del rival, a menudo coincidiendo en el tiempo de emisión, para despiste de muchos espectadores.
El caso de Eva Hache no me parece comparable, pues estamos hablando de la presentadora de un programa, de la cara visible de un proyecto, de alguien que puede cambiar de canal para una entrevista sobre un determinado proyecto ajeno a la televisión (caso de María Teresa Campos o Mariló Montero con sus recientes publicaciones de libros) o de una película que haya rodado con financiación de ese canal, o muchas otras cuestiones que se me ocurren que no harían extraña su presencia en la competencia. Ahora bien, presentar un programa en dos cadenas rivales a la vez es dar un paso extremo en la capacidad de Atresmedia y Mediaset de convivir civilizadamente y no podemos olvidar que aquí solo hay dos actores en el sector y los traspasos de caras son mucho más evidentes que en otros lugares donde la competencia es mucho más rica.
Por otra parte, El club de la comedia parece ya un formato bastante amortizado y salir de ahí para abrir otras puertas quizá sea lo mejor que le pueda pasar a Eva. Se habla ya de que Alexandra Jiménez podía ser su sustituta pero, mientras la renovación siga en el cajón de los proyectos por retomar, también ella haría bien en mirar a su alrededor por si alguien tiene algo que ofrecer.