Primero fueron Torres y Reyes, luego Alaska y Coronas y esta temporada llegan a las pantallas Alaska y Segura, una nueva etapa del programa de Santiago Tabernero en TVE cuya principal novedad no es la presencia del a menudo omnipresente Santiago Segura, sino el paso del formato a la primera línea de televisión emitiéndose en La1.
Con este cambio, parece que en la cadena pública se hayan percatado de que muchos de esos programas que emiten con sigilo en La2 y que llegan a un público muy atractivo, quizá no tanto por lo abundante, como por lo influyente en sus opiniones y la importancia a la hora de crear imagen de canal, pueden tener un resultado mucho mejor en la cadena principal. Puede que TVE se empiece a dar cuenta de que algunos de esos formatos tan alabados por la crítica, que aún conserva la fe en el talento para hacer cosas diferentes y adecuadas al concepto de canal público, tienen también cabida en La1 y pueden conformar una auténtica televisión despreocupada por las audiencias y centrada en ofrecer algo diferente.
No se trata de dejar de prestar atención a las audiencias porque no hay publicidad y no se debe reportar dato alguno a los anunciantes, pues si fuera así no importarían algunos de los recientes y estrepitosos fracasos de la cadena, sino de trabajar en proyectos que merezcan la pena por otras muchas cosas, que sean alabados y bien recibidos, que se atrevan con cosas que no tendrían sitio en canales privados, que toquen temas olvidados o sean simplemente programas pausados, independientemente de sus resultados (insisto, dentro de un órden).
En este sentido, se rumorea también estos días que Ernesto Saenz de Buruaga podría regresar a TVE, esta vez para moderar y dirigir un debate político en la noche de los viernes. En un año con tanta carga electoral como el que vamos a vivir y con el creciente interés de los ciudadanos por estos formatos en otras cadenas, parece casi obligatorio que la cadena pública se adentre en el formato, que brilla por su ausencia desde hace tiempo (El debate de La1 es un programa que pasa completamente desapercibido).
La1 deberá superar, caso de que finalmente se confirme la producción de este debate, la complicada situación que vive en términos de credibilidad, otro de los pilares esenciales de una cadena pública. El fichaje de alguien con «un pasado» como es el caso de Buruaga, encenderá las alarmas en muchos de sus detractores, pero una buena selección de participantes en estos debates, moderada y sobre todo equilibrada, diría mucho en favor de la cadena, de su nuevo equipo y del propio periodista, que se juega también gran parte de su imagen con este paso, aun sin confirmar.
¿Pero todavía hay alguien en TVE que crea que Santiago Segura vale para presentar un programa? Yo no lo contrataría ni para repartir propaganda disfrazado de Bob Esponja.