Informan algunos medios, como si de un gran éxito se tratara, que la gala Inocente, Inocente emitida el pasado sábado en TVE logró colocarse como segunda opción de la audiencia, superando a Un tiempo nuevo y a La sexta noche, solo superada por la película de Antena 3. Y, sin embargo, los datos de la gala están muy lejos de los más de tres millones de espectadores que tenían hace una década y, desde luego, muy lejos de ser el programa divertido que un día fue.
Es cierto que las bromas siguen siendo un gran trabajo de producción y está bien que nos lo recuerden, como hicieron inmediatamente antes de la broma de Mariló, mostrando los tiempos que lleva preparar algo así, el abultado equipo técnico necesario y la pasta que cuesta; bueno, esto no nos lo dijeron, pero nos hacemos una idea, aunque en algunos casos, como el de un programa benéfico de estas características, pueda no ser lo más importante.
No podemos olvidar que Inocente, Inocente es mucho más que un programa de cámara oculta, es una gala solidaria, como las que abundaban en televisión hace unos años por estas fechas, uno que en este caso recaudaba dinero para los pequeños que sufren cáncer y que lograba sumar más de 1.300.000€, todo un gordo de navidad para quienes padecen esta grave enfermedad y no tienen medios para combatirla o hacerlo cerca de sus seres más queridos. Curiosamente, a nadie se le ocurrió poner el grito en el cielo por la solidaridad que buscaba despertar el programa, como sí lo hacían con Entre Todos, programa que desde un punto de vista algo más lacrimógeno y descarado, buscaba un idéntico fin (pero esa es otra historia).
Televisivamente hablando, el programa fue un auténtico tostón, con un exceso de duración entre bromas y un contenido absolutamente irrelevante, anticuado y aburrido, que hacía difícil mantener el interés o evitar la tentación de cambiar de canal o directamente irse a la cama. Ni siquiera se notó la ausencia de Paula Vázquez a última hora, de baja por enfermedad y que fue sustituida con gran soltura y simpatía por una María Casado fuera de su constreñido papel en Los desayunos.
Verdaderamente, poco más que comentar.