Es el problema de la falta de entonación, de las frases sacadas de contexto, de no tener acceso directo al personaje y de leer la información basando el sentimiento en apenas un titular llamativo. Nos ha pasado a todos alguna vez, pero esta semana ha sido especialmente dramático, con las declaraciones del actor Carlos Iglesias afirmando que su familia estaba destrozada por la cancelación de su participación en la serie B&B.
Alguien debió darse cuenta de que estaba hablando de su familia en la ficción, que cuando decía «mi mujer en paro, mis hijos en paro, ya no nos necesitan» , era más que evidente que hablaba de su personaje, pero vivimos en un estado de tensión tal que, acostumbrados como estamos a leer todo tipo de tragedias personales de estas características, no nos sorprendía que a Iglesias pudiera haberle pasado lo mismo y muchos tenían la tentación de contar la historia basándose únicamente en el hecho trágico de una familia que pierde todo sustento, sin pararse a estudiar los pormenores del cese de su actividad, de las razones que hacían de este caso uno muy distinto (o quizá no tanto) al de otro tipo de trabajador.
Porque si algo es evidente en el mundo del entretenimiento, en las series, los programas, los informativos, las películas incluso, es que el espectador manda y que la principal tarea del creador que está detrás de los personajes que allí vemos, de los presentadores que dejamos entrar en nuestras casas, es que son meras «marionetas» de la audiencia, que nada les garantiza su puesto de trabajo y que están al servicio de la obra audiovisual, tan ingrata cuando algo no funciona como agradecida cuando es un éxito.
En el caso de B&B, se ha decidido prescindir de una de las familias que protagonizaban la serie para darle mayor relevancia a otras tramas y así, cuatro actores se han tenido que ir a su casa, modificando no solo sus vidas reales, también las de ficción y las de todos los personajes que con ellos interactuaban. Lo han considerado necesario para que la serie avance, lo han visto imprescindible para dotar de salud a una ficción por momentos renqueante y que debe enfrentarse a una muy competitiva temporada en la que se hacen necesarios algunos cambios. Nada asegura que estos sean los que disparen definitivamente las audiencias de la serie pero en Globomedia, responsable del producto, habrán hecho sus estudios y esta será la conclusión a la que han llegado. Nada personal, seguramente un difícil trago para quienes daban por sentado que con la renovación sus contratos seguirían vigentes y, por supuesto, para quienes han tenido que comunicárselo y un mal trago también esta semana cuando se han visto señalados con el dedo como responsables de un drama que finalmente no ha resultado ser tal. Es más, todos sabemos que algunos de los actores de más frecuente aparición en nuestras pantallas forman parte de una bolsa de fieles trabajadores de las distintas productoras y que no tardarán en estar involucrados en algún otro proyecto. Neus Sanz, pareja en la ficción de Iglesias, es uno de los casos más destacados en este sentido, cara más que familiar en muchas de las series que ha producido Globomedia, desde Los Hombres de Paco, El Barco y hasta ahora B&B.
Poner el foco en el drama personal que puede suponer «echar» a un actor de una serie es muy cruel con quienes día a día trabajan para sacar adelante las historias más entretenidas y afines con el público, gente que da trabajo a cientos de personas en cada serie y que, en ocasiones, no tantas si echamos la vista atrás, deben prescindir de alguno de los personajes para que la historia evolucione y siga dando trabajo a todos los demás, sacrificar a uno (o a cuatro en este caso) para seguir avanzando. Otros matan por puro capricho y no nos enfadamos tanto, porque entendemos que es parte de la ficción narrativa y que esas pérdidas sirven para reiniciar tramas y eventos.
No cabe duda que, aún tratándose de ficción, cualquier baja es una pérdida y a menudo un pequeño o gran drama personal, pero no saquemos las cosas de quicio tampoco, el trabajo de actor es así y, salvo que se trate de un despido derivado de causas ajenas a la creación, debería existir libertad absoluta para prescindir o no de actores y personajes sin temer que la opinión pública se eche encima de las productoras por dejar a una familia en paro, por muy mal que estén las cosas ahí fuera.
Afortunadamente, el dramón no es tal y se trataba solo de un comentario jocoso de un actor metido en el papel del personaje por el que le preguntaban. Igual no era el momento de hacerlo.