La pasada semana Telecinco funcionó fenomenal en audiencias sacando conejos de la chistera. Dejando a un lado la muerte de la Duquesa de Alba, que sin querer también impulso las ya de por si saludables audiencias de El programa de Ana Rosa y Sálvame, la emisión de Lo Imposible arrasó el miércoles en su estreno en Telecinco y fue recolectando espectadores en sus reposiciones en Cuatro y FDF. El sábado además, el plantón de Pablo Iglesias a Un tiempo nuevo, que parecía destinado a dar la puñalada final al programa, termino por convertirse en una excelente plataforma de promoción para el bombazo de la semana: la presencia de Francisco Nicolás en directo en una entrevista televisada. Del 8% al 21% crecieron las audiencias de un programa que parecía destinado a despedirse esa misma semana y que lograba una prórroga de al menos 7 días más.
Pero claro, ante estas estrategias, más o menos preconcebidas, una no puede evitar pensar que poco resultado tienen más allá del corto plazo. Está claro que Lo Imposible no puede emitirse todos los martes para competir contra Velvet y que el pequeño Nicolás no tiene una entrevista todas las semanas, máxime cuando parece ser que sus abogados le han recomendado estarse calladito y dejar de pasear su historia por los medios. Así, este martes Velvet recuperaba su liderazgo absoluto y batía record de audiencia y todos pensábamos que mañana sábado La Sexta Noche haría lo mismo frente al programa de Sandra Barneda.
Pero, la sorpresa ha venido de nuevo de la mano del agente secreto más famoso y menos secreto del país, un Francisco Nicolás que regresa al plató de Telecinco para destapar más secretillos de su paso por los servicios de inteligencia de España. Un gran acierto del programa, que insiste en no haber pagado un solo céntimo por estas colaboraciones, y que puede conseguir levantar el programa definitivamente en tan solo dos semanas. Para los que pensábamos que este tipo de estrategias eran cortoplacistas y dudábamos de que pudieran servir para algo más que el dato inmediato, la cadena nos demuestra que, con billetera por delante o no (este chaval aún no está condenado por nada- casi podríamos decir que ni acusado, por lo que entiendo que no debería parecernos mal si cobra) tiene recursos para sobrevivir unos días más, al estilo Naomi Watts arrastrada por el tsunami.
Si la entrevista a Fran (ya es como de casa) es un éxito como ejercicio de periodismo o no, es algo que deberemos juzgar más adelante. Por el momento, solo espero que mañana cambien de periodistas y pongan otros más incisivos y mejor preparados, al menos unos que hagan preguntas en lugar de presuponer historias que el entrevistado solo confirma, encantado de que le den el trabajo ya hecho. Pero esto es casi secundario, pues lo importante es tener al personaje, captar la atención de la audiencia que, solo después de terminar la entrevista, se quejará de su escaso valor, cuando los datos ya estén en los audímetros. Que aquello que se cuenta sea verídico o no, creíble o no, es secundario, si con ello se pueden alimentar horas y horas de programas durante la semana y, mucho más importante, si con ello se logra acostumbrar a la gente a pulsar el cinco en su mando a distancia cuando a las diez de la noche eligen qué ver en televisión. Somos animalitos de costumbres y muy pero que muy volubles, basta con que nos convenzan un par de semanas para cambiar de canal con una buena o al menos intrigante oferta, para que le demos voto de confianza al programa durante muchas semanas más.
Parece que la primera etapa la van a conseguir superar, ahora solo queda seguir alimentando al retoño y no será tan fácil, salvo que alguien decida contratar como colaborador al pequeño Nicolás y tenerle así como padrino permanente. ¡Todo puede pasar!