Elegir para un nuevo programa de televisión un nombre que recuerda a una película sobre lo complicado de la situación laboral, el paro y la desazón que provoca en sus víctimas es, como poco, una llamada a engordar las listas del paro y, sin embargo, Globomedia y Antena 3 han optado por no creer en los gafes y apostar una vez más por el entretenimiento para la noche de los viernes.
De la mano de Arturo Valls y Manel Fuentes, dos grandes de la televisión, de esos que se hacen llamar showmans porque lo mismo te cuentan un chiste que cantan o interpretan, la llamada a la sonrisa estaba garantizada y hubo tres millones de personas que se fueron a la cama con un buen sabor de boca. ¡Meigas fora!
Los viernes al show no es, todavía, un programa que rompa audímetros, ni posiblemente el llamado a terminar, de momento, con la hegemonía de Sálvame Deluxe, pese a lo cansino de sus invitados y sus entrevistas repetidas, sus clanes protagonistas y sus colaboradores enfurruñados. Y digo todavía porque, para ser un primer programa ha destacado como propuesta de entretenimiento, un género muy pasado de moda en el que es difícil hacer algo que no se vea rancio, que no recuerde a programas pasados, muy pasados.
Que me perdonen los puristas pero Los viernes al show podría haber empezado a andar el camino de parecerse a una oferta como Saturday Night Live, un programa en el que se mezcla el humor con la participación de personajes conocidos que por uno u otro motivo están de actualidad, más bien deberíamos decir de promoción, y que se animan a participar del show como si de un elemento más del guión se tratara. Recordemos que Globomedia ya intentó recrear el programa en Cuatro hace un tiempo y fracasó, lo que seguramente les haya dado muchas ideas sobre cómo mejorar el formato, aunque no sea una traslación literal del mismo. Sí, sí, ya sé que está bastante lejos de ser ese programa y que se parece mucho más a Sorpresa, Sorpresa con su implicación de los asistentes del público o a un late show clásico con sus monólogos humorísticos, sus gags y personajes, pero apunta a que podría ser mucho más que eso.
Hablando de gags, que en un primer programa se atrevieran a hacer imitaciones de los reyes salientes y de Jesucristo crucificado, con referencia a los Monthy Python, a mí me da muy buenas vibraciones como declaración de intenciones, sin miedo a censuras o sin tabúes y, aunque no soportaba la parte en la que el público se arrancaba con el karaoke, su participación como elegidos para las distintas sorpresas que trufaban el programa me parece un acierto.
Los viernes al show aprovecha la complicidad con los invitados famosos para integrarlos en los sketches, concursos o sorpresas que conforman el programa de una manera dinámica y original, en una cadena muy acostumbrada ya a contar con caras conocidas como ganchos de secciones, es el caso de El Hormiguero, posiblemente el único programa de la televisión actual que implica de este modo a los famosos. En este caso se va un paso más allá y el resultado es muy bueno: Mario Casas compartiendo zapatillas de peluche con un Fuentes disfrazado de Rey Juan Carlos podría haber sido una memez y, sin embargo, dio un resultado muy simpático, como también lo fue el número de Cristina Pedroche, bailando en ropa interior para uno de sus mayores fans, que no se enteró de lo que estaba pasando y deberá conformarse con ver el vídeo en la web.
El programa puede evolucionar hacia dos lados bien distintos y así, se convertirá en una cosa o en otra, pudiendo llegar a ser un programa de humor sin censuras y con grandes invitados saliéndose de sus encorsetadas promociones o siendo un gallinero de gente que no sabe cantar y solo chillan para ser el siguiente galardonado con su minuto de gloria. Si apuestan por lo primero, yo me apunto.
Pillé un rato la entrevista, digo, masaje a Jesulín y acabé jugando con mi perra -es un cachorro de 3 meses-, actividad sin duda más placentera y divertida que la tumba televisiva que se abría ante mi: no sé el resto, pero lo que vi era la cosa más rancia desde Matrimoniadas. Claro que luego hicieron lo de Torrente y ya apagué la tele, no servía ni como fondo de pantalla.