Cada vez más, las parrillas de televisión se van pareciendo a los lineales de un supermercado. No es solo el 2×1 (y hasta 3) en episodios, sino la oferta constante de teletiendas, promociones de todo tipo de productos en los programas o el tradicional sistema de publicidad, es el comportamiento de los productos de consumo (los programas) en la parrilla, que se mueven como los productos de la cesta de la compra en las estanterías del supermercado.
El último ejemplo lo encontramos con el anuncio de Mediaset para su prime time de esta noche, en el que deberíamos ver los tres últimos episodios de Criadas y Malvadas, que ha pasado con bastante más pena que gloria por la noche de los lunes, y que de la noche a la mañana deja su lugar a una reposición de El Chiringuito de Pepe que, tras su éxito a principios de verano, vuelve en septiembre para su recta final.
Podría parecer una falta de respeto para quienes han seguido la serie hasta aquí, que de pronto se encuentran con una historia sin terminar, pero la actual estructura de los grupos televisivos permite que este final se traslade a otro canal, en este caso Divinity, a tan solo un click del mando a distancia, sin mayor problema, como quién va al supermercado a buscar el atún en lata y descubre de repente que ha cambiado de pasillo.
Hace muy pocos años, cuando algo así pasaba, cuando las cadenas tenían un producto que funcionaba muy mal y renunciaban a seguir emitiéndolo era realmente una faena para los espectadores que lo habían seguido, sobre todo porque era inusual que se molestaran siquiera en programarlo de madrugada, a alguna hora en que no interrumpiera los planes de la cadena pero uno pudiera grabarlo para terminar de verlo. Más tarde, la posibilidad de colgar los episodios en internet hizo que algunas cadenas (más frecuentemente en EE.UU.) optaran por rematar sus productos de menor éxito en sus webs, como un detalle a sus espectadores y, también en cierto modo hacia los creadores, que veían publicada su obra. Hoy en día, en España, la concentración de canales en manos de un mismo grupo, Mediaset o Atresmedia principalmente, permite este cambio de cadena sin afectar demasiado al seguimiento de la serie, más allá de la necesaria comunicación del cambio.
Y aquí es donde radica el principal elemento de fricción entre lo que no es más que un cambio de lineal, que bien indicado nos permite localizar el producto sin problemas, o esconderlo, que es lo que suelen hacer los canales de televisión cuando mueven sus programas. ¿Tanto trabajo cuesta avisar del cambio a la hora a la que debería dar comienzo el programa? ¿Es que acaso no se puede poner una mosca, de esas tan insolentes que ocupan media pantalla durante dos días, al menos ocasionalmente, durante las horas previas a la emisión del programa? O más sencillo aún, tras la promo que anuncia que esta noche, en el lugar de Criadas y Malvadas, se emitirá El Chiringuito de Pepe, no cuesta nada poner una coletilla informativa.
Que una serie que solo ven un millón de personas salga del canal principal para moverse a uno de audiencia minoritaria no debería ser un problema, es legítimo y no supone contratiempo alguno, salvo que hayas perdido el mando y estés atado a un solo canal sin remedio (que nadie se ría, hay casas en las que uno puede llegar a convencerse de que esto pasa). En cualquier caso, ese millón de personas, por pequeño que pueda parecer, merecen ser informados del cambio y hacerlo es un pequeño esfuerzo que demuestra respeto. Si eres uno de los que esta noche se pierde el final de Criadas y Malvadas en Telecinco, no te enfades por el cambio de canal, solo porque nadie en él se ha molestado en comunicarlo.
No podría estar más de acuerdo, como casi siempre, con lo que dices. No sólo es una falta de respeto ante el espectador sino que se convierte en un trabajo mal realizado, la falta de comunicación pone en peligro engagement, del que tanto se habla . Con lo fácil que sería…