Se ha creado cierto revuelo en las redes sociales a tenor de la despedida de Jorge Javier Vázquez la pasada semana, tanto en Sálvame diario como en el Deluxe, programas de los que se despedía antes de iniciar sus vacaciones con un «Hasta siempre», diferente del habitual «Hasta septiembre» con el que nos había dejado en los últimos años.
Una frase tan enigmática abría las puertas a la polémica, con montones de fans preguntándose si se trataba de una despedida incierta, de un posible adiós del que hoy por hoy puede ser el presentador más valioso de la cadena.
Efectivamente, parece que todos los programas que presenta Jorge Javier tienen éxito y nadie puede negarle su capacidad para llevar con soltura un gallinero como el de Sálvame, cuatro horas diarias de directo y cualquier otra tarea que hasta el momento se le haya encomendado, lo que supone una garantía, tanto para él mismo como para la cadena.
Sin embargo, no es menos cierto que Vázquez necesita a Telecinco tánto como Telecinco le necesita a él, pues ambos beben de una misma fuente, un mismo tipo de programa y una audiencia que, hoy por hoy, solo existe en la cadena de Mediaset. Si bien es cierto que es uno de los presentadores estrella, que cualquier cosa que toca parece convertirse en éxito y que son miles los seguidores que sintonizan cualquier programa que presente, no lo es menos que, de tensar mucho la cuerda y plantearse una salida del grupo, lo tendría muy complicado a la hora de encontrar hueco en otra cadena.
La tan importante construcción de personalidad de los canales hace que los presentadores estrella sea fundamentales en la percepción de una determinada cadena, pero al mismo tiempo los hace difícilmente exportables a otros canales. ¿Quién imagina a Jorge Javier presentando algo en Antena 3 o TVE? Yo desde luego no lo veo y no creo que tenga fuerza para negociar con esa amenaza. Aunque posiblemente no le haga falta, pues es suficiente con el poder que le da la comparación entre una Telecinco con él o sin él para saber que es importante renovar su contrato y, si es necesario, hasta subirle el sueldo si lo pide… eso sí, que no se pase, pues no olvidemos que nadie es imprescindible.