Y no es de extrañar pues la actriz ha sido, posiblemente, la que menos cómoda se ha encontrado en este formato, que queda muy lejos de parecerse a su original norteamericano, The View.
Excusándose en sus compromisos teatrales, que los tiene, Natalia Millán deja un programa en el que nunca la hemos visto cómoda y sí, a menudo, aislada, no tanto por decisión propia o por las dinámicas de grupo entre compañeras, sino por la propia falta de feeling de la actriz con invitados y programa, que nunca encajaron con sus virtudes profesionales, que no son pocas.
Hace un tiempo justificaba su presencia en Mira quién salta como una aceptación de lo complicado de abrirse camino profesionalmente hoy en día y como una manera más de trabajar, de ganar un sueldo dignamente y, de paso, mantenerse en el candelero. La estupenda y bien trabajada figura de Millán junto con su evidente capacidad para trabajar y entrenar sin descanso hicieron de su paso por el programa uno muy positivo para su imagen y creo que le benefició en todos los aspectos.
No ha ocurrido lo mismo en este otro programa en el que daba la sensación de sentir que no tenía gran cosa que aportar y en el que posiblemente se aventuren cambios de contenido, virándolos hacia lo que mejor sabe hacer Telecinco, el corazón, unos cambios que no encajan con la trayectoria de una actriz que, si bien no tiene inconveniente en salirse del papel para asumir riesgos y proyectos, sabe muy bien dónde puede sumar y dónde puede aportar cosas y mejor aún donde no merece la pena recibir un sueldo y horas de exposición mediática si no tienes nada que aportar. Bien por Natalia, otras deberían tomar nota.
Hable con ellas tiene un grave problema de feeling entre sus protagonistas, uno que traspasa la pantalla y que puede dar al traste con un concepto de programa de entrevistas ligeras que, aún sin parecerse a The View, no está mal y puede resultar entretenido y simpático. Pero es imprescindible que en un proyecto como este, todo el equipo reme a favor de obra, que no haya estridencias y que todas las presentadoras que tienen voz en el mismo se sientan orgullosas de pertenecer a él, que se empapen del espíritu Telecinco y sus contenidos ligeros. Aquí no vale ir de diva, de a mí esto me da vergüenza o no me interesa nada. No hay cosa peor que un trabajador que no cree en un proyecto televisivo, aunque solo sea las dos horas que dura su presencia en pantalla, bueno sí, uno que lo hace con la nariz tapada y quejándose a diario para que quede claro que no te mezclas con los demás, que eres especial.
Y no sé cómo me he liado a hablar de otras cosas cuando lo que yo quería hacer era alabar la decisión de Natalia como actitud lógica a lo que veíamos cada semana en el programa. ¡Estos posts que se desarrollan por su cuenta!
Yo nunca entendí que hacia ella en ese programa, no entiendo que la empujo a aceptar ese trabajo que claramente no iba con su estilo profesional.