Dani Rovira es el actor de moda gracias al éxito sin precedentes de Ocho apellidos vascos. Podría compartir estrellato con Clara Lago, tan protagonista como él en la película pero, por algún motivo, él es quién se está llevando más halagos, más portadas, más comentarios. Esto no ocurre porque si, existen una serie de elementos que se conjugan para hacer que un determinado actor con una carga similar a la de sus compañeros se erija en cara visible de un producto por encima de ellos y creo que, en este caso, si hay algo que ha disparado su popularidad es su presencia constante en televisión mientras las salas de cine se llenan para ver su película.
El papel de Dani Rovira en B&B, muy similar al que interpreta en Ocho apellidos vascos, ese chico de gran corazón, inocente y medio tontorrón de tan bueno que es, hace que el actor llegue a nuestras casas una vez a la semana en prime time y, aunque la serie no es un pelotazo, se mantiene en antena con mucha dignidad y ronda con comodidad la media de 2.500.000 espectadores. Gracias a esta presencia, no olvidamos a Rovira cuando salimos del cine, como puede pasar con Clara Lago, y los programas de Telecinco, que no solo emite la serie sino que produce además la película, tienen interés en personaje y actor más allá de la mera anécdota que pueda suponer el récord de espectadores del film.
Que Dani Rovira esté de moda beneficia a la cadena en la que tiene presencia, pero esto no es una relación unidireccional, al contrario, ambos están en un círculo virtuoso del que se benefician a partes iguales, con la particularidad de que ídolos de la televisión y el cine hay a patadas, dependen de las modas y, tan pronto desaparezca la estrella de uno, llega otro que le sustituye, con la misma naturalidad y sin pena ni remordimiento, dejando al que un día parecía imprescindible como parte de un montón más de grandes, pequeños y medianos intérpretes. Por eso es tan importante alimentar el momento dulce, prestarse a promociones, presencia en medios, en programas y riesgo de aburrimiento masivo del espectador, claro.
Ya he dicho en no pocas ocasiones que no comprendo esta costumbre tan instaurada de quemar a toda velocidad las cosas que funcionan, ya sean presentadores, actores o formatos pero, aunque como espectadora me pese, entiendo que son las reglas sobre las que pivota el sector y que no deja de ser un regalo para quienes tienen éxito, para quienes conectan de alguna manera con un importante sector del público y son exprimidos hasta la saciedad. Algunos de ellos incluso logran sobrevivir al momento de máximo lucimiento y labrarse una carrera de décadas. Ahí están Cristian Gálvez, Carlos Sobera o Arturo Valls, por decir solo unos pocos y eso sin entrar en el plantel de actores habituales de las series en función de la productora a la que pertenezcan, una relación abierta pero muy estable que da de comer a muchos de nuestros más conocidos intérpretes de forma regular.
Es en este entorno en el que no logro comprender las declaraciones tuiteras de Rovira hace un par de días en las que criticaba de forma bastante fea a Mediaset, no olvidemos, la cadena en la que protagoniza una serie, la misma que produce la película que le ha convertido en una estrella del cine nacional sin casi despeinarse. En este tuit enfurruñado, Dani Rovira acusa a la cadena FDF de engañar a sus espectadores emitiendo unos monólogos del actor que no son recientes ¡como si en FDF se emitiera algo reciente alguna vez! y además en hacerlo, palabras textuales: «by the face». Y yo me pregunto: ¿qué es exactamente lo que le molesta: no cobrar por la emisión del programa, que se utilice su imagen para dar audiencia al canal?
Hace unas semanas Telecinco emitía un especial B&B con los mejores momentos del personaje de Rovira, un especial sin ningún interés, puro programa de relleno que solo buscaba aprovechar el tirón del actor para cubrir una franja en la que no querían gastar el cartucho de emitir un episodio nuevo. Convirtieron los gags de un personaje secundario de una serie (todo lo secundario que se puede ser en una serie de Globomedia, donde el peso de su elenco coral suele estar bastante bien repartido) y crearon un contenido promocional que riete tú de los videocurriculums que llevan algunos cuando van de casting. ¿Se beneficiaba la cadena del tirón mediático del actor? Por supuesto que sí pero ¿dañaba en algo su imagen? En absoluto, más bien todo lo contrario. En aquel momento no hubo queja, por eso sorprende que ahora, en un canal más pequeño, uno cuya parrilla está básicamente formada por reposiciones, su presencia como monologuista pueda ser considerada como algo negativo por parte del actor.
¿Ha tenido Dani Rovira un mal día? ¿Se le ha subido el éxito a la cabeza? ¿Quiere cobrar más? ¿No le gusta verse en actuaciones de hace cuatro años en las que, evidentemente, se notará mucho más verde de lo que ahora está? Ninguno de estos motivos justifica el ladrido contra la cadena que te ha hecho grande, que te ha puesto donde estás y que, te guste o no, dispone de los derechos de emisión de aquellos programas en los que has participado para emitirlos tantas veces como ponga en el contrato, ahora o dentro de una década. Y créeme, puede llegar un día en que una reposición de estas características sea todo el espacio televisivo que te den, no tienes más que echarle un vistazo a otros tantos programas de este tipo de cadenas para comprobarlo.
El mejor momento de B&b es cuando se acaba. Si fuese un poco peor caería dentro de lo delictivo.