Lo confieso, soy seguidora de Tiki-Taka y El Chiringuito, desde antes incluso que se llamaran así, es decir, de cuando no formaban parte de los grandes grupos mediáticos y eran pequeños reductos de share en los que sus integrantes parecían alzar la voz para conseguir llegar a una mayor audiencia y no como formato en sí mismo.
Cual es el interés que encuentro yo a estos programas que solo hablan de cotilleos deportivos, que solo enfrentan a periodistas y otros colaboradores forofos de los dos principales equipos españoles, a menudo sin otro criterio que no sea «ese es mi equipo», es algo que en ocasiones se me escapa, pero también en su momento escuchaba a Carlos Pumares o José María García (me perdonaréis la comparación) y hemos de reconocer que hacían lo mismo, solo que en soliloquio, sin nadie que les respondiera.
En su momento, me alegré de que ambos programas consiguieran sobrevivir una vez cerrados los canales en los que nacieron, y aún me alegro, porque me sigo entreteniendo con ellos, porque me gusta la televisión en directo y porque me resulta muy cómodo zapear entre uno y otro cuando la cosa se pone más cargante de lo normal.
Pese a que me gustan los dos programas a partes iguales, hay un cambio en el formato de Tiki Taka que empieza a resultarme molesto y que puede hacer que me decante definitivamente por su competidor, de hecho ayer no lo puse ni un solo instante, bueno sí, el mínimo necesario para encontrame con Kiko Rivera y cambiar de canal antes de que me provocara pesadillas.
Y es que de un tiempo a esta parte el programa es, además de tertulia deportiva, escaparate de algunas de las estrellas de Mediaset y acólitos y así, nos encontramos de cuando en cuando con Kiko Matamoros, Paula Prendes o el susodicho DJ. Algunos de estos invitados no me resultan especialmente molestos, aunque en el caso de que vengan a promocionarse, el ritmo habitual del programa se ve afectado y se nota. Otros, como ayer, hacen que mi instinto apriete la tecla del mando como si de ello dependiera mi supervivencia y estoy segura de que no habré sido la única.
No sé qué resultados está obteniendo el programa con estas visitas, pero tampoco tengo claro que, de ser positivos, tengan sentido alguno, pues me parece evidente que la audiencia habitual puede salir corriendo rápidamente a ver otra cosa, mientras que los espectadores que puedan ganar con ellas, serán espectadores ocasionales, que al día siguiente estarán viendo cualquier otro contenido, o durmiendo, porque la única razón para sintonizar ese día fue la presencia de un personaje que les interesa.
Ambos programas son tan parecidos que en ocasiones resulta hasta ridículo, ya no digamos cuando se suma Estudio Estadio, aunque en su favor debemos decir que la conversación es más pausada, menos forofa y más dirigida a dar información que opinión, aunque luego todo se entremezcle. Este parecido hace razonable que unos y otros busquen, no solo «robarse» a los colaboradores más mediáticos, sino incluir elementos diferenciadores que puedan inclinar la balanza en su favor. Si en estos cambios se aprovecha además para promocionar estrenos, otros programas o personajes televisivos en general, se puede entender, aunque creo que no es el camino, al menos conmigo no y creo que yo soy espectadora de perfil bajo. Curiosidad por conocer los resultados.