Hace ya varios meses, antes del verano si no recuerdo mal, recibí una llamada de teléfono en la que se me invitaba a pasar por Globomedia para charlar sobre la posibilidad de formar parte de un nuevo programa, una especie de tertulia sobre televisión para la que estaban haciendo un primer filtrado de candidatos, entre quienes me encontraba. Allá que fui toda contenta, más que por mi posible participación, pensando que podría estar gestándose un programa en cuyo éxito siempre he confiado: la tertulia de televisión. En mi caso siempre la he imaginado una vez a la semana, en horario late-night y arropada por alguna serie americana tipo Homeland o el próximo estreno de The Americans, después de las cuales creo que habría una buena y receptiva audiencia (en aquel momento desconocía la cadena en la que estaba previsto emitir el nuevo formato).
La charla con el principal responsable del programa fue amena y distendida, me dejó claro que aún no estaba muy definido el proyecto y terminó con el clásico ya te llamaremos si la cosa avanza, tras lo cual me fui a casa prácticamente convencida de que no contarían conmigo, pero imaginando cuantas de las personas que conozco y que escriben de televisión podrían tener cabida en el programa y hacer un solvente y a la vez entretenido repaso por la actualidad televisiva de la semana; un repaso general y muy centrado en todas esas cosas que habitualmente cuentan (o contamos) en los blogs, prestando atención a tramas locas, grandes giros argumentales, personajes prescindibles, cancelaciones inminentes o polémicas alimentadas por fans, atendiendo igualmente a los mercados español, americano, británico y alguna ocasional pincelada extra .
Así, llegamos al mes de noviembre en que por fin se estrena Zapeando y nada de lo que yo había imaginado se materializa en la pantalla, empezando por el horario de emisión, una sobremesa que tiene complicado atraer a cierto tipo de público, que busca más el programa ligero, de audiencia muy generalista, que pueda reír o dormir a partes iguales. A esto se suma la selección final de colaboradores, todos ellos caras conocidas de la televisión, más o menos ocurrentes e incisivos con sus comentarios en aquellos programas en los que participan, pero en ningún caso reconocidos por su afición a las series o la televisión en general, no digamos ya la internacional, más allá de formar parte de ella.
El resultado es una algarabía en la que se habla de todo menos de televisión, en la que cada uno traslada lo visto en un vídeo a su propia vida personal y donde terminan contándonos qué hacen o no hacen en la ducha, cuando lo que al menos yo querría escuchar son sus reflexiones sobre cómo perciben y se sienten frente a una serie de éxito como El tiempo entre costuras. No necesito un sesudo análisis, me basta con que me den su opinión personalísima sobre la ficción, pero que me hablen de televisión y espectadores.
Otro grave problema que le he visto es la endogamia, la dificultad para tratar programas que no sean de la casa y el lógico empobrecimiento que esto genera. Entiendo que tal como están las cosas no se pueda por una elemental cuestión de derechos, bien, pero entonces el zapear se limita a dos cadenas y una se siente en un universo del pasado, como aquellos tiempos en los que solo había dos canales, o uno y medio. Si no se puede tener el material para hacer un buen programa de televisión, no lo hagamos. Sé lo que hicisteis era brillante por muchas cosas, pero sobre todo porque sacaba los colores a todos, con sentido del humor y pruebas irrefutables del despropósito, algo impensable en este nuevo panorama. Que no digo que hablar de televisión sea dar caña a diestro y siniestro, pero sí que algunas limitaciones hacen complicado sacar adelante un buen programa.
Y vuelvo a lo mío: con otro planteamiento, otro tipo de colaboradores y simplemente fotografías promocionales de series y programas, muchos de los críticos a los que leo cada día harían una tertulia de televisión cañera, incisiva y muy divertida. Personas como Alberto Rey, Rosa Belmonte, Borja Terán, Irene y Montse, Marina, Adriana Izquierdo o la celebérrima estos días Mariola Cubells, nos hubieran dado horas y horas de entretenimiento en torno a la televisión, con sentido del humor y base casi enciclopédica… y sin necesidad de imágenes (me dejo a muchos, pero no pretendía ser exhaustiva, basta con que echéis un vistazo a mis seguidos en twitter y los encontraréis a todos). Pero claro, esa es la película que yo me monto en mi cabeza cuando pienso en tertulia televisiva y no necesito vender publicidad, ni atender a shares.
El programa está sin rodar aún, faltan muchas cosas por pulir que solo quedan rematadas cuando realmente se sale al ruedo pero creo que, tal como está concebido, nunca será el programa que yo hubiera querido ver.
Estoy contigo, poco de tertulia, casi que poco de tele… pero ¿por qué no montas un podcast? Con la lista que has puesto de posibles colaboradores seguro que saldría digno de ser escuchado. Aquí dejo la idea…