Telecinco acaba de rizar el rizo en materia de programación y anuncia el estreno de Avatar y la emisión de Titanic en su parilla a modo de miniserie, es decir, en dos partes y en dos días consecutivos. Una novedosa manera de mostrar el cine a una audiencia que está acostumbrada a que los contenidos se estiren más de la cuenta en el prime time televisivo pero a quienes resultaría difícil comprar tres horas seguidas de atención, mucho más si añadimos las necesarias pausas publicitarias. En un reality puede ser, con una película es mucho más complicado.
Habiéndose comprobado que la estructura de miniserie en dos entregas no solo funciona bien en términos generales, sino que casi garantiza la misma audiencia en ambas entregas, algo lógico para un espectador que se siente a ver una historia consciente de que hasta el día siguiente no podrá terminarla, parece una buena idea hacer esto con películas que exceden la duración habitual y son difíciles de programar en un acuerdo que beneficia a ambas partes y supone además una mayor y mejor amortización económica de la inversión en cine.
Pese a que, desde mi punto de vista es una situación ventajosa para todos, estoy convencida de que no faltarán las voces que conciban esto como un ultraje, destacando el hecho de que se está troceando una obra de arte, algo que ya hemos escuchando en anteriores ocasiones y que también en series ha hecho estallar la ira de muchos seguidores, que veían cómo no se respetaba la emisión tal como se concibió originalmente, solo para acomodarse a las necesidades de programación de una cadena. En este caso es aún peor, pues no se altera la emisión de los episodios, sino que directamente se corta en dos la película y todos a dormir hasta que la cadena decida ofrecernos la segunda parte, una que nunca estuvo concebida como tal.
¿Es esto un problema? ¿Una agresión al arte? Podría ser, pero insisto en lo que siempre he afirmado en estos casos: si la compra de derechos de determinados programas permiten emitirlos así, trocearlos, desgranarlos, reemitirlos desordenadamente, enrocarlos, es porque sus creadores no tienen mayor inconveniente en que se haga así, porque su cesión de derechos así lo permite. Es cierto también que como espectadores deberíamos recibir las obras audiovisuales en la forma en que fueron concebidas por estos creadores pero, para ello, tendríamos que empezar por exigir, pedir, rogar, que las pausas publicitarias de las series construidas para emitirse en cadenas en abierto respetaran sus estructuras narrativas, de manera que estos cortes de publicidad se ubicaran en los espacios destinados para ello, cortes que hace tiempo se demostró podían ser igualmente eficaces hechos bien de lo que lo son metidos al azar en medio de frases, escenas y construcciones dramáticas. Y ni siquiera estoy hablando de la pauta única.
Si transigimos con esto ¿qué daño puede hacer que Avatar se emita en dos partes? ¿cuánta gente que no se plantearía verla, precisamente por lo excesivo de su duración, puede animarse a hacerlo de este modo? ¿Facilita la transmisión de un contenido complejo de vender el hecho de dárselo a la audiencia de forma más sencilla?
Hace eras bisiestas que no veo una película en canales como T5 ni A3. No soporto el troceo publicitario, así que las descarté para estos menesteres. Respecto a lo de emitirlas dos días seguidos, hay que ser muy cínico para plantear que el espectador no vería una película de 3 horas cuando la misma cadena está más que harta de colarnos GH, Voces, Sálvames y demás gaitas que duran bastante más de tres horas. Para mi, cortar salvajemente para publicidad es tan cerdo como ponerla en dos partes.
Pero es que ni siquiera las veo en TVE y eso que van sin cortar, porque lo que yo quiero es verlas enteras, sin publicidad, cuando me apetezca y sobre todo sin las puñeteras moscas, las odio: entre la del canal y los anuncios de futuras emisiones se hacen enormes y no hay quien vea una película en condiciones.
Así que pueden meterse el ciclo Cameron donde les apetezca. Yo paso.