Se estrenaba ayer el renovado España Directo en TVE y las primeras impresiones no son muy halagüeñas. Aunque el plató y la labor de su presentadora resultaban frescos y apropiados para el formato, por momentos parecía que la tecnología utilizada, lejos de ser un recurso que favoreciera el resultado final del conjunto, eran los protagonistas, sin importar el contenido al que acompañaban. Desde el arranque del programa, en el que dedicaron interminables minutos a hablarnos de la importancia de los reporteros mochileros, a las gráficas tamaño presentadora que la acompañaban en plató, todo resultaba algo exagerado, en un intento por presumir de modernos que resultaba algo forzado.
Cuestiones técnicas aparte, los contenidos fueron realmente flojos. El secreto de los distintos programas que con este concepto han triunfado en las cadenas autonómicas en que se han emitido, radicaba en atender a todos esos problemas aparentemente menores que no encuentran sitio en los informativos de las grandes cadenas, a veces ni siquiera en los de las propias autonómicas y que, en este caso, permitían a los vecinos de determinadas localidades pequeñas denunciar problemas, hacer llegar a sus conciudadanos actividades de interés local o conocer cuestiones muy interesantes que cada día ocurren fuera de Madrid y Barcelona y que, si no son trágicas o luctuosas, no suelen encontrar cabida en televisión. Incluso en Telemadrid, este tipo de información «pequeña» dio sus frutos durante años, conformando uno de los programas estrella de la cadena, que no parece la misma sin ellos.
Estos contenidos sin embargo, los que realmente forman parte del ADN del concepto España Directo, no se encuentran en esta nueva versión del programa, que ayer se dedicaba a atender cuestiones generales y más propias de contenidos de relleno, incluído un surrealista análisis de los modelos que llevaban las mujeres de los futbolistas invitados a la boda de Xavi Hernández o los ingresos millonarios de las estrellas del balompiue por las campañas publicitarias en las que participan. Este es el tipo de «información» que ya vimos fracasar en el programa de Anne Igatiburu y que de nuevo asoma a la pantalla, de forma igualmente aburrida y, lo que es peor, repetitiva.
La clave para el funcionamiento de este tipo de programas no es su presentadora, ni sus colaboradores, ni mucho menos el plató o la tecnología que se utilice. Se trata de dar con los contenidos adecuados que interesen a los espectadores, unos que hagan que cambien de canal y dejen de ver lo que habitualmente sintonizan a esa misma hora porque, para ofrecerles lo mismo, no hacen el esfuerzo.
Esto sirve también para la crítica mayoritaria que el programa recibe hoy, una que ya se escribió en su momento, cuando aún no se sabía qué tipo de informaciones conformarían la escaleta, pero que era más que previsible, la de no atender a los graves problemas políticos que atraviesa el país, ayer mismo con la comparecencia de Rajoy primero y Cospedal después y los comentarios derivados de sus declaraciones. Por supuesto que son comparecencias importantes y por supuestísimo que son cuestiones de interés general pero insisto, a esa misma hora, dos programas de corte claramente político en Cuatro y La Sexta atendían a estas cuestiones, del mismo modo que lo hacían en el canal 24 horas. ¿Tenía sentido cambiar un programa que precisamente se nutre (o debería nutrirse) de contenidos diferentes, poco atendidos por los medios, para cubrir una información que estaba sobradamente atendida en otros canales, incluído uno del grupo RTVE? Mi opinión es que no.
España Directo tiene mucho que cambiar si quiere convertirse en un programa sólido y una alternativa eficaz al resto de canales, tiene tiempo por delante, aunque la primera impresión no haya sido muy buena.
Totalmente de acuerdo! 😉