Aunque pueda parecer injusto, muchos programas de televisión no logran conectar con el espectador ya desde su propia concepción. Aunque uno debería ver una entrega completa de un piloto o primer programa antes de emitir un juicio sobre el mismo, a veces incluso es mejor darle dos o tres semanas hasta que se asiente el tono y todo el mundo esté más suelto, la realidad no es así y el espectador no da a la programación tantas oportunidades de convencer.
Se nos critica muchas veces a los «opinadores» habituales que seamos muy duros con los estrenos, precisamente sin darles ese tiempo que deberíamos para formarnos una opinión justa, pero lo cierto es que los espectadores son mucho peores y dan menos opciones a las nuevas producciones que quienes al menos nos sentamos frente a la pantalla a ver una entrega completa de un programa para criticarlo. Bueno, solo a veces, porque otras, no hay quién aguante del tirón un programa entero, ejemplo reciente: Esposados.
Efectivamente, ayer tuve el valor de sentarme con toda mi paciencia y buena voluntad a ver esta modernizada versión de las matrimoniadas. ¿Modernizada he dicho? Eso pensaba yo, pero nada más lejos de la realidad, con el agravante además de que, a medida que pasa el tiempo, estas discusiones matrimoniales pasan a ser aún más rancias. Y es que nada ha cambiado en el concepto salvo el horario de emisión y el plató, que ahora es un escenario con público.
Aguanté lo justito para comprender que nos encontrábamos ante lo mismo de siempre y que la presencia de Anabel Alonso y Santiago Segura como hilo conductor de las historias de pareja no hacía sino agravar el desastre de programa que tenía ante mis ojos, haciéndolo pasar por lo que no es y sin ninguna gracia, aparte del hastío que personalmente me produce ya ver a Segura en todas partes, incluso allí donde no pinta nada.
Recurrí a twitter para intentar salvar algo de la experiencia y reír con los comentarios jocosos de los espectadores, pero ni eso lograba el programa, demostrando una vez más que no es casualidad que la gente se una para comentar ciertos formatos, que no se trata solo de poner a gente a hacer el ridículo o cometer locuras catódicas. Si el programa no está bien armado, si no cumple un mínimo, no funciona ni para ser criticado en redes sociales.
Los datos finales han sido de un 7,6% de share (me encantaría ver la curva de audiencia), muy pobres, aunque unas décimas por encima de la reposición de La hora de José Mota, pese a que habían anunciado que habría contenidos inéditos. Unos resultados que no son sostenibles para el prime time de la cadena, ni siquiera en verano. Habrá que esperar movimientos en parrilla porque cambios en el formato que hagan funcionar el programa no parecen posibles.
Moreno lleva décadas haciendo lo mismo,no hay razón para pensar que vaya a dejar de hacerlo ahora…