Hasta ahora en televisión solo habíamos visto programas de golpes y trompazos en clave de humor, desde el más clásico formato de vídeos caseros hasta cosas como Impacto Total, de las que todos los implicados acostumbran a salir ilesos, pasando por los descerebrados de Jackass. Son formatos más o menos violentos en sus consecuencias, que no pasaban de un par de magulladuras y chichones, al menos en lo que se retransmitía en pantalla. Y aún queda por llegar Fear Factor, que no tardará.
Sin embargo, una vez más por culpa de la necesidad de reiventarse y llamar la atención con entretenimiento extremo, empiezan a aparecer nuevos formatos que pueden convertirse en un grave riesgo para los implicados quienes, llevados por el afán de protagonismo, fama y también, por supuesto, dinero más o menos fácil, se dejan enredar en programas que, por muy controlados que estén, no están exentos de riesgo.
Lo acabamos de ver en Gran Hermano, un caso que debemos reconocer como accidente desafortunado, cuando uno de los concursantes no entendió el sistema de acceso a la casa y se lanzó al vacío, con la mala suerte de romperse los dos húmeros. Quizá hubiera bastado con que la organización le hubiera informado de que había una tirolina por la que debía deslizarse, pero seguramente nadie imaginó que un hombre de más de 30 años se lanzaría en plan superman sin evaluar las consecuencias primero o escuchar las indicaciones de sus compañeros. Sea como fuere, la culpa no es de nadie más que de la producción del programa, entre cuyas responsabilidades está evaluar riesgos y tener en cuenta todos los posibles escenarios cuando se trata de una prueba de estas características.
Los protagonistas de estos realities no tienen miedo, no porque sea un caso extremo de valentía, sino porque asumen que todos los riesgos que se les plantean están controlados. Existe una fe ciega en la televisión que provoca en el espectador una necesaria tensión que le hace seguir pegado al programa, mientras sus concursantes entregan su alma y su cuerpo al programa, como si nada malo pudiera pasar, tanto más cuanto más ajenos al medio son. Es cierto que, tras pasar por Grandes Hermanos, Operaciones Triunfos y Expediciones Imposibles, no son pocos los que se quejan de las malas condiciones del concurso pero, mientras están allí o incluso en el proceso previo, todo es alegría y aventura, todo es ilusión y se firman contratos leoninos en los que se entrega cuerpo, alma e integridad física con la esperanza de que, detrás de esos papeles, haya gente consciente de las limitaciones del ser humano, de cada ser humano en particular y de los posibles accidentes.
Y hay que ser extremadamente cuidadoso, pues no vale con tener seguros contratados que protegen a televisiones y concursantes de cualquier posible eventualidad, seguros que no deben ser baratos y que, a la vista de la evolución de los concursos, acabarán por serlo aún menos, pues la escalada de dificultad en estos formatos empieza a ser delicada. O la partida del presupuesto dedicada a esta cobertura es muy grande o quiera la fortuna que no pasé nada malo y tengamos un susto importante.
El último ejemplo lo tenemos en los programas acuáticos que preparan Antena 3 y Telecinco, donde los famosos deben tirarse desde trampolines de distinta altura, arriesgándose a lesiones de carácter muscular como la sufrida por Sonia Ferrer o, como le ha ocurrido al ex-gran hermano Piero, una rotura de tímpano derivada de una mala caída, que no es un problema menor. «Temo» (ojo al entrecomillado) también por la salud de Lidia Lozano, que hace tiempo comentaba en Sálvame sus problemas de espalda, agravados por una mala sesión de baile en plató, y que ahora no tiene inconveniente en sumarse a los saltos de trampolín (Lidia: la natación es buena para la espalda, pero la de gorrito y brazada suave, no esta).
Como será la cosa que gente joven y con carrera como la cantante Soraya se ha echado atrás en el concurso antes de entrar en su fase más activa y a pesar de tener firmado ya el compromiso y haberse publicado su nombre. Ha debido ver que los riesgos eran mayores que la posible campaña de promoción de su nuevo disco y no ha dudado en rescindir un seguramente suculento contrato, con muy buen criterio y beneficiada por la buena relación que tiene con la cadena, con la que ha colaborado en anteriores ocasiones.
¿Veremos alguna lesión más en los próximos días? ¿Estará el público interesado en ver el programa por esos cuerpos más o menos estilizados embutidos en sus bañadores de latex o por reírse de los planchazos inhumanos que con toda seguridad se van a suceder? Tiendo a creer que será más por lo segundo, pues no hay posible rivalidad entre un carpado con doble mortal y un buen planchazo de Raquel Mosquera pero ¿es esto edificante? ¿vamos camino como dice Sonia del snuff tv?
Pensaba que Fear Factor ya se estrenó hace años en T5 y fracasó estrepitosamente, pero mi memoria no es muy buena… Aparte, en declaraciones leídas en Vertele, la producción de GH14 comentaba que sí le habían dicho a Álvaro que se iba a encontrar la tirolina y que hizo caso omiso. Vistas las caras de los que entraron antes que él, los concursantes no sabían nada de la tirolina. Me resulta más fácil pensar que la productora está escurriendo el bulto, un bulto que podría acabar en pleito -supongo que los contratos firmados disuadirán al infortunado-. Desde el estreno no se ha vuelto a mencionar el «vértigo» así que damos por ello que GH ha abandonado sin paliativos el leit motiv de esta edición, zanjando de raíz cualquier futura prueba con saltitos, tirolinas, puentings y demás. El concurso está siendo el más aburrido en siglos. En las galas no ocurre absolutamente nada, los concursantes son más sosos que un mendrugo de pan, no hay ningún interés en nada, las pruebas son patéticas, el torno de convento da risa, cuatro horas -que no he visto completas ni por asomo- de interminable tortura, de aburrimiento completo. Respecto a los saltos de trampolín, por supuesto esta salsa de «noticias previas» intenta calentar a la audiencia, enganchándola precisamente con posibles lesiones y tortazos, a ver si Falete se rompe por la mitad o si Lidia Lozano se tritura contra el agua. Horrendo, pero es así y las cadenas lo saben.