AVISO: Posibles spoilers. En esta entrada se comentan las tramas de la temporada final de Private Practice y la última escena de la serie. Lee bajo tu propia responsabilidad.
Acabó el 23 de enero, pero no fue hasta ayer cuando me di cuenta que Private Practice ya había terminado su periplo televisivo, enganchada como estaba a una maratón de sus últimos seis episodios que me hizo repasar el calendario y caer en la cuenta de que, efectivamente, esta última era una temporada corta. Concluyo pues que la finale pasó por la televisión norteamericana sin pena ni gloria, porque no he tenido ni que saltar con los ojos semicerrados por los blogs para evitar spoilers y no es de extrañar porque la serie, pese a ser de las que seguía con gusto, no pasará a la historia.
Nació como spin-off de Anatomía de Grey, después de que el personaje de Addison Montgmery pasara de ser la ex-mujer odiosa que quiere recuperar a su doctor macizo, pasando por encima de la protagonista de la serie, a convertirse en encantadora doctora cuya felicidad todos deseábamos, máxime si era quitándole el novio a la cansina de Meredith. La evolución del personaje sorprendió y acabó reclamando su propio espacio que, lejos de ser otra serie más de médicos en hospitales, encontró su propio estilo y volvió a repetir el «error» del que nació, aburrirnos con las inseguridades de su protagonista y aupar a personaje adorado y merecedor de su propio espacio a quién inicialmente estaba llamado a ser odioso, en este caso Charlotte King.
Hubieran rizado el rizo enviándola de jefaza a Seattle Grace, que peca de falta de mano dura, ahora que Miranda está enamorada y reblandecida, pero optaron por embarazarla de trillizos y sumarnos a su angustia de las últimas semana, con episodios intercalados entre aquellos que avanzaban su estado y los que iban colocando al resto de personajes en la fotografía final. Como yo los he visto todos seguidos, no me ha importado demasiado, pero entiendo que los espectadores que la hayan seguido semana a semana se hayan sentido en cierto modo timados porque verdaderamente, no me parece manera de estirar una trama, pero eso ya pasó.
En conjunto Private Practice me ha gustado, más incluso que Anatomía de Grey, creo que es una serie mucho más madura, como lo son sus personajes, aunque estos estuvieran aún buscando su sitio en el mundo, con mayores crisis que personajes con veinte años menos sobre el papel. Las historias de una psiquiatra llena de traumas, un pediatra con un corazón de niño grande o una ginecóloga que no puede tener hijos llegaron a emocionarme en más de un episodio, algo que su creadora, Shonda Rhimes, sabe hacer muy bien con público como yo, aunque en el empaquetado final se quedara algo corta.
No es algo llamativo, ni sorprendente, ni un dechado de imaginación, pero esa escena final en que Violet habla a sus compañeros del nuevo libro que está escribiendo describiendo lo que la serie ha sido para su creadora y rematando con el título de la obra, que no es otro que el de la propia serie, ha sido un bonito detalle, una firma de madre orgullosa, un claro: esto ha sido y lo he hecho yo. No me hizo llorar, pero he de reconocer que fue un broche redondo.