Tras meses sabiendo de su existencia y no pocos comentarios sobre su desarrollo, ayer por fin Cuatro estrenaba Expedición Imposible, un reality de los que estamos ya acostumbrados a ver en esta cadena: pregrabado y convenientemente dosificado, con sus protagonistas ya de vuelta, pero bien calladitos, para asegurar la emoción de la aventura (me sorprende lo bien que logran mantener estos secretos, tan fáciles de destapar a menos que sus protagonistas permanezcan, no solo callados, sino encerrados en sus casas sin salir, pero esa es otra historia).
Expedición Imposible no es más que otro reality de famosos, esta vez de gymkana por Marruecos, con protagonistas bien conocidos por su participación en otros realities: desde Supermodelo (Noelia) a Gran Hermano (Iván e Ismael), pasando por Operación Triunfo (Alex) o Quién quiere casarse con mi hijo (David y Daniel). Junto a ellos, algunos reconocidos profesionales como la torera Cristina Sánchez, el tenista Felipe López o incluso Leticia Sabater, que pese a haberse convertido en un esperpento, debemos recordar que comenzó su carrera como chica Hermida (¡quién te ha visto y quién te ve!) . Todos ellos, comandados por el siempre buen hacer de Raquel Sánchez Silva, que se ha convertido en presentadora imprescindible de esta tipo de programas y que aporta la necesaria dosis de glamour, sentido común, simpatía y solvencia a un formato que termina renunciando a la parte más deportiva y de competición en favor del siempre rentable enfrentamiento personal entre concursantes.
Mientras en cadenas como ETB, programas de similares características como El conquistador del fin del mundo superan el 20% de share a base de una buena combinación de reality y pruebas físicas, en este caso parece que se ha renunciado a la parte competitiva y deportiva, para hacer hincapié en discusiones, trampas, lloros y desmayos, que darán además mucho caché a otro tipo de programas del grupo, que ya habían avanzado su interés con los problemas de salud de Raquel Mosquera derivados de su participación en este reality.
Muchas eran las personas que ayer sintonizaban Cuatro para ver el arranque de Expedición Imposible y que se sentían decepcionadas con el resultado, destacando la aburrida edición de las pruebas, que apenas mostraba a los concursantes caminando desierto a través, unos más lentos, otros más rápidos, algunas al sprint, sprint, sprint, pero sin mayor interés. Personalmente, creo que esta primera entrega centrada en los personajes más que en las pruebas era necesaria, al menos se justifica como una introducción a los protagonistas, como una manera de sentar las bases de lo que será la competición y quienes son los que mejores momentos televisivos aportarán, ya sea por su debilidad emocional, por la física o por la capacidad de enredarlo todo sin necesidad de una buena excusa. Por no hablar de cuánto hará el programa por el siempre complicado reconocimiento de los colores ¿Qué es rosa palo? ¿En qué se diferencia del fucsia?
Aunque es cierto que apenas vimos elementos de competición deportiva, si pudimos apreciar algunos de las principales atractivos turísticos de la zona en que tiene lugar la acción, con las costumbres de sus habitantes y destacadas edificaciones del lugar. Aunque terminó por ser algo meramente circunstancial, no dejaba de tener ese toque exótico que siempre se busca en estos programas y que permite al espectador conocer otras culturas y paises, aunque sea de forma tangencial. Si en próximas entregas se trabajan más estas cuestiones, el programa puede tener el mismo atractivo que ofertas como Pekín Express, donde tradicionalmente han destacado los elementos de aventura. Y si no, siempre nos quedarán los modelitos de Raquel.
Ah, ¿era ayer? Ando totalmente desconectada de la tele últimamente. Particularmente, estoy HARTA de los programas pregrabados, tanto de los que se graban seis meses antes de su emisión como de los concursos en los que ni siquiera se molestan en dar paso a publicidad y cortan de cuajo cuando cuando el presentador dice «vamos a la siguiente pregunta». Ya sé que hay programas que no se pueden hacer en directo (‘El juego de la Oca’ era uno de ellos) pero hay otros que sí y, sin embargo, se graban. A mí me parece que pierden frescura. Y lo curioso es que ni estando grabados y editados consigan durar menos de cuatro horas. En fin. En cuanto a este programa, tenía interés por ver a ese mito llamado Leticia Sabater pero ya ni eso.