La Asociación Española de Anunciantes ha vuelto a pedir que la publicidad regrese a TVE, con una serie de límites que considerarían razonables y aceptables y que a todas luces sugieren que muchas cosas podrían mejorar, en la cadena en particular y en el engranaje del sector en general.
Es complicado, desde el punto de vista de alguien que no está en contacto directo con las cuentas de una empresa, ni con los anunciantes y las negociaciones del reparto de la tarta publicitaria, entender quién tiene razón en este asunto en el que las cadenas privadas insisten en que el retorno de la publicidad a TVE es inviable y las marcas insisten en la necesidad de tener más opciones. Pese a todo, mi sentido común me dice que el regreso no invasivo de algo de publicidad a TVE sería beneficioso para las marcas, para la televisión pública como concepto y para los espectadores. A las cadenas privadas les saldría un competidor que ya daban por muerto pero ¿acaso no han desaparecido ya otros dos con las fusiones?
Justificar por qué las marcas se beneficiarían de este regreso es algo evidente, a mayor competencia, mejores condiciones, mayor fuerza de negociación y, en este caso, mayor espacio para la exposición, no hay más.
Por lo que respecta a la cadena pública, la ausencia de publicidad y los necesarios recortes presupuestarios no han hecho más que influir negativamente en la calidad de la programación. Las series de producción propia se estrenan con cuentagotas, se rescatan demasiadas cosas del archivo y los programas nuevos parecen de saldo. Incluso me atrevería a decir que la vuelta de las marcas influiría positivamente en la despolitización de la cadena, especialmente en un momento en que los usuarios exigimos a los anunciantes responsabilidad por lo que avalan con su dinero. Dado que ahora, profesionales y responsables políticos parece que no han de dar cuentas a nadie por las tonterías que se dicen, se hacen o se financian, la entrada de financiación externa podría proporcionar algo de equilibrio (‘Wishful thinking’ se llama esto).
Cuando se anunció que TVE dejaría de tener publicidad, los espectadores aplaudieron la decisión, sobre todo por la comodidad de ver los programas sin interrupciones. La realidad ha sido que muchos programas siguen interrumpiéndose de igual modo, solo que en este caso se emiten únicamente autopromos. Solo las series y películas se emiten sin cortes pero, aún así, no nos libramos de los cortes asesinos a los créditos. Y por si esto fuera poco, no nos libramos de la sensación de competencia a cara de perro con algunos programas frente a sus rivales en prime-time. Aparte de reeducar nuestra vejiga, las ventajas no me parecen tan grandes.
Creo que un regreso a la situación anterior de TVE es imposible, pero quizá el paso de una situación a otra haya sido precipitado, poco analizado desde el punto de vista económico y especialmente poco previsor a la vista de una situación económica general que no auguraba nada bueno. Lejos de tener una televisión pública mejor, hemos perdido mucho, y no solo por injerencias políticas más o menos descaradas, pues desde un principio se avisó de que la situación podría ser desastrosa una vez fueran terminando los contratos que existían con las distintas productoras y la realidad está dando la razón a aquellos pájaros de mal agüiero.
Yo estoy con las marcas, que vuelva la publicidad a TVE, despacito y con buena letra, pero que vuelva ya.