Hoy La Sexta estrenaba nuevo programa en una franja tan complicada como la de la sobremesa. Desde que empezó a languidecer Sé lo que hicisteis, la cadena no había encontrado un buen sustituto y la fuerte competencia en el resto de cadenas con distintas ofertas de ficción nacional de gran éxito (en esto incluyo Sálvame, que es el producto de ficción más exitoso de la franja) introducir una nueva propuesta y conseguir atraer al público que ya está en otros canales es una tarea complicada. En este caso además, el target que se busca puede que ni siquiera se encuentre frente a la pantalla en la sobremesa, consciente como es la gente más joven de que hay momentos en los que la oferta televisiva claramente no está pensada para ellos.
Y así surge Alguien tenía que decirlo, una nueva mirada a la actualidad ¿del corazón? desde el punto de vista de tres hombres jóvenes, sin la malicia de Ángel Martín, pero con el mismo cachondeito de quién no está en absoluto interesado en algunas cosas, pero es consciente del interés que despiertan y de que alguna idea hay que tener, porque suelen ser temas de conversación recurrente en muchas facetas de nuestro día a día.
La pregunta es: ¿es Alguien tenía que decirlo un programa de corazon, un programa rosa? Yo soy de la opinión de que solo el hecho de hablar de Paquirrín o Tamara Falcó no convierte al programa en un formato rosa, lo que no significa que esos contenidos concretos no lo sean. Pero, cuando el interés que despiertan estos asuntos es más para hacer una caricatura de sus protagonistas, para hacer una crítica a los medios o para mostrar el comportamiento de miembros anónimos de la sociedad frente a ellos, creo que la definición rosa se queda incompleta. Y este es el caso de Alguien tenía que decirlo, que además incorpora encuestas en la calle sobre temas generales y contenidos relacionados con el mundo de la música o la moda, contenidos estos últimos que vemos frecuentemente en informativos o prensa generalista y no por ello los consideramos programas rosa.
El formato resulta fresco y diferente, con un marcado estilo Paramount Comedy, tanto por sus presentadores como por el gran ventanal que da a la calle y el público presente en el salón que actúa como plató. Le falta rodaje y seguro que nada tiene que ver lo que hemos visto hoy con la evolución que pueda tener si se le da tiempo en antena. Valoro además el hecho de que se mantenga fiel a la personalidad de La Sexta, no dejando que el tono de Antena 3, bastante más formal, se apropie de unos contenidos que tienen poco en común. Pese a todo, creo que yo ya estoy mayor para este tipo de programas, que no logran entretenerme y difícilmente arrancarme una sonrisa, aunque les deseo lo mejor y prometo pasarme a ver su evolución de vez en cuando.
¡Cuánto daño ha hecho el puto Paramount Comedy, de verdad! ‘El club de la comedia’ se ha convertido en un vertedero en el que actores que no encuentran trabajo en lo suyo intentan reciclarse como monologuistas, con los resultados penosos que ya conocemos. Por no hablar del «nivel» de los cómicos de la casa, (al lado de nulidades como Raúl Cimas, Joaquín Reyes o Eva Hache, hasta Gila parece el jodido Louis CK). Y ahora tenemos a las tres reses más frescas salidas de la cuadra de Paramount comentando revistas de cotilleo como si fueran porteras. Mi peluquera lo hace mejor y más divertido, y encima gratis. Dios, espero que despidan al directivo de La Sexta que dio luz verde a este engendro.